Orad sin cesar. 1 Tesalonicenses 5:17.
Desde que Flora llegó al colegio adventista, manifestó una atracción natural por los temas espirituales. Como alumna era excelente, y todo lo que aprendía en la materia "Historia Sagrada" era asumido con responsabilidad y dedicación.
Uno de los temas que más le impresionó fue el de la oración. Saber que en el cielo existe un Dios que nos escucha, en todo momento y lugar, y que está deseoso de responder las plegarias de nuestros labios, le fascinó desde un comienzo. Meses más tarde, en un campeonato de balonmano femenino, Flora le sugirió al equipo de su curso hacer una oración antes de empezar el partido. Sus compañeras se rieron y ridiculizaron la idea, pero como Flora tenía un carácter decidido y no le importaban los comentarios ajenos, oró sola y le pidió a Dios que le permitiera disfrutar el juego y tener un espíritu cristiano en todo momento.
Al día siguiente, Flora y el resto del equipo me buscaron para conversar en un recreo, y una de las preguntas que me hicieron fue: "¿Está bien orar antes de jugar un partido de balonmano?" Todas estaban interesadas en la respuesta, porque algunas de ellas pensaban que a Dios no había que molestarlo a cada momento con una oración; y Flora estaba convencida de que toda actividad debía comenzar con la bendición divina.
Como profesor y pastor debía dar una respuesta, y la más oportuna era la que brindaba la Escritura. ¡Qué bueno es saber que la Biblia tiene la respuesta para estas preguntas! En esta ocasión, el apóstol Pablo nos aconseja: "Orad sin cesar". En otras palabras, mantén un espíritu de oración todo el día y todos los días. Cuando comas, vayas al colegio, practiques un deporte, salgas con tus compañeros de estudio o con tu novia/o, estudies solo/a en tu casa, hagas las compras, etc. En todo momento hay un buen motivo para invitar a Jesús a que te haga compañía. No hay instante ni existe ocasión en que podamos cansarlo o agobiarlo con nuestro diálogo, sino que "nuestro Padre celestial está esperando para derramar sobre nosotros la plenitud de sus bendiciones. Es privilegio nuestro beber abundantemente en la fuente de amor infinito. ¡Qué extraño que oremos tan poco! Dios está pronto y dispuesto a oír la oración sincera del más humilde de sus hijos" (El camino a Cristo, p. 93).
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel
Desde que Flora llegó al colegio adventista, manifestó una atracción natural por los temas espirituales. Como alumna era excelente, y todo lo que aprendía en la materia "Historia Sagrada" era asumido con responsabilidad y dedicación.
Uno de los temas que más le impresionó fue el de la oración. Saber que en el cielo existe un Dios que nos escucha, en todo momento y lugar, y que está deseoso de responder las plegarias de nuestros labios, le fascinó desde un comienzo. Meses más tarde, en un campeonato de balonmano femenino, Flora le sugirió al equipo de su curso hacer una oración antes de empezar el partido. Sus compañeras se rieron y ridiculizaron la idea, pero como Flora tenía un carácter decidido y no le importaban los comentarios ajenos, oró sola y le pidió a Dios que le permitiera disfrutar el juego y tener un espíritu cristiano en todo momento.
Al día siguiente, Flora y el resto del equipo me buscaron para conversar en un recreo, y una de las preguntas que me hicieron fue: "¿Está bien orar antes de jugar un partido de balonmano?" Todas estaban interesadas en la respuesta, porque algunas de ellas pensaban que a Dios no había que molestarlo a cada momento con una oración; y Flora estaba convencida de que toda actividad debía comenzar con la bendición divina.
Como profesor y pastor debía dar una respuesta, y la más oportuna era la que brindaba la Escritura. ¡Qué bueno es saber que la Biblia tiene la respuesta para estas preguntas! En esta ocasión, el apóstol Pablo nos aconseja: "Orad sin cesar". En otras palabras, mantén un espíritu de oración todo el día y todos los días. Cuando comas, vayas al colegio, practiques un deporte, salgas con tus compañeros de estudio o con tu novia/o, estudies solo/a en tu casa, hagas las compras, etc. En todo momento hay un buen motivo para invitar a Jesús a que te haga compañía. No hay instante ni existe ocasión en que podamos cansarlo o agobiarlo con nuestro diálogo, sino que "nuestro Padre celestial está esperando para derramar sobre nosotros la plenitud de sus bendiciones. Es privilegio nuestro beber abundantemente en la fuente de amor infinito. ¡Qué extraño que oremos tan poco! Dios está pronto y dispuesto a oír la oración sincera del más humilde de sus hijos" (El camino a Cristo, p. 93).
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
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Por David Brizuel
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