miércoles, 16 de noviembre de 2011

LA SAL DE LA TIERRA

Vosotros sois la sal de la tierra. Mateo 5:13.

En su Sermón de la Montaña, Jesús usó la ilustración de la sal para señalar la misión que tendrían sus seguidores a lo largo de todos los tiempos.
En el presente, la sal es utilizada para realzar el sabor de los alimentos. Imagínate un plato de tu comida favorita. Antes de hacer la oración hueles el aroma que sale del plato y sientes que se te "hace agua la boca". Ya en tu paladar y en tu mente estás dispuesto a disfrutar ese plato, pero después de la oración y al llevarte a la boca los alimentos, te das cuenta que le "falta algo". Sin querer, tu madre se olvidó de echarle sal. Por más sal que le eches ahora, verás que ya no es lo mismo.
Además, el consumo de alimentos salados produce sed. Si vas a un cumpleaños y consumes papas fritas o maní salado, verás que después de algunos bocados tu apetito demanda líquido. Esa es otra característica natural de la sal, que después de ser consumida requiere que se tome agua.
Como cristianos, estamos llamados a realzar el sabor de nuestra sociedad. En un mundo acostumbrado al egoísmo, los cristianos debemos ser generosos. En un lugar donde hay insultos y malas palabras, los cristianos debemos hablar correctamente. En una sociedad que está acostumbrada a engañarse y a robarse, los cristianos debemos decir la verdad y ser honestos. En un mundo que no tiene esperanza y que vive sin sentido, los cristianos debemos contar nuestra bendita esperanza y mostrar el sentido que Jesús ha dado a nuestra vida.
Y así como la sal produce sed, los cristianos debemos producir en otros la sed de Cristo. Por esta razón, Jesús declaró de sí mismo: "Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva" (Juan 7:37, 38).
Al escribir esta página, me pregunto qué grado de "salinidad" posees. Es posible que seas adventista de cuna y que todos los sábados vayas a la iglesia, quizá hayas asistido siempre a escuelas adventistas, es probable que cada día leas el folleto de Escuela Sabática y hasta vayas al culto de oración los miércoles. Pero si no estás comprometido con Jesús y su evangelio, si quienes te rodean no saben en qué consiste tu fe, tristemente no estás siendo "la sal de la tierra".
Por eso, al llegar a esta parte tengo que hacerte una invitación: Permítele al Espíritu Santo que dirija tus palabras en la testificación. Solo así llegarás a ser "sal" en tu hogar, en tu colegio y en tu iglesia.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

No hay comentarios:

Publicar un comentario