«Cuando el diluvio inundó la tierra, Noé tenía seiscientos años» (Génesis 7:6).
¡Rápido! ¡Ponte tu impermeable y tus botas y corre hacia el arca! ¡No hay tiempo que perder! Me imagino que los que creyeron en Noé y se dirigieron hacia la seguridad del arca tuvieron que hacerlo a la carrera.
Y es que el agua, durante una inundación, puede llegar a ser muy peligrosa. Una tormenta violenta puede causar que una gran cantidad de agua se acumule y corra, haciendo que la gente y los animales tengan que montarse en el techo de sus casas o subir a una montaña para refugiarse. Algunas personas pierden sus hogares y muchas otras mueren. Solo se salvan si hay un lugar o alguien a quien acudir
Eso fue lo que ocurrió con el Diluvio de Noé, aunque mucho peor. Ese día muchos perdieron la vida eterna. Solo los que corrieron hacia la seguridad del arca pudieron salvarse, y así también ocurrirá algún día cuando Jesús regrese nuevamente. Solo aquellos que han acudido a Jesús y lo conocen se salvarán. Me alegra mucho que vayamos juntos de excursión por la Biblia, porque día a día lo vamos conociendo más y él nos acoge en la seguridad de sus brazos. Los únicos brazos que pueden salvarnos para la eternidad.
Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush
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