Piensen [...] en todo lo que merece alabanza. Filipenses 4:8.
La traición de un amigo. La vergüenza que pasaste cuando tu equipo perdió por el error que cometiste. El día en el que el chico o la chica de tus sueños re rechazó. El examen que reprobaste. ¿Por qué esos recuerdos desagradables acuden a tu mente como relámpagos, sin ser invitados?
Los recuerdos desagradables, y su capacidad de aparecer cuando nadie los ha invitado, se asemejan a esos anuncios comerciales que se presentan en forma .abrupta en las pantallas de la computadora. Se los conoce como ventanas emergentes, o pop-ups. ¿Hay alguna manera de eliminarlas? A veces quisiéramos que nuestro cerebro estuviera equipado con una tecla similar a la que tienen las computadoras, la de borrar (delete, en inglés). De esa manera, solo bastaría presionarla para borrar nuestros malos recuerdos. Pero no existe una tecla así en nuestro cerebro.
¿Significa esto que estás obligado a vivir con los recuerdos desagradables? Sí y no. Sí, en el sentido de que están archivados en tu memoria, en tu «disco duro». Pertenecen a la historia de tu vida, y toda historia tiene algunos pasajes desagradables. No, en el sentido de que cuando esos malos recuerdos acuden a tu mente, sin que los hayas invitado, no tienes por qué espaciarte en ellos. Recuerda que «no podemos evitar que las aves vuelen sobre nuestra cabeza, pero sí podemos evitar que hagan ahí su nido». Y la manera más práctica de evitar «que hagan nido» en tu cabeza es pensando en algo bueno.
Cuando aparezcan esos pop-ups, piensa en algún motivo por el cual darle gracias a Dios. Agradece a tu Padre celestial, por ejemplo, por haber perdonado tus pecados y por haberlos arrojado al fondo del mar. Agradécele por tu familia, por tus buenos amigos, por el privilegio de tener la posibilidad de estudiar, por alguna bendición reciente. Trata también de recordar algunos de tus versículos favoritos de la Biblia, en especial promesas tales como: «No tengas miedo, pues yo estoy contigo» (Isa. 41: 10); «Pon tu vida en las manos del Señor; confía en él, y él vendrá en tu ayuda» (Sal. 37:5).
Por sobre todas las cosas, cuida tu mente para que a ella llegue solamente lo puro, lo agradable, lo que merece alabanza (Fil. 4:8). Al controlar «lo que entra», será más fácil controlar «lo que sale».
Padre celestial, ayúdame a permitir que a mi mente solo llegue lo que es puro y digno de alabanza.
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala
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