¡Todo lo que respira alabe al Señor! ¡Aleluya! (Salmo 150:6 NV1).
¡Qué bonito! «Todo lo que respira», dice el texto. Pero, ¿acaso hay algún ser vivo que no respire? Las plantas respiran y toman oxígeno para poder vivir. Los animales, grandes y pequeños, también lo hacen. Y cuando oigo cantar a los pájaros pienso que ellos, con sus preciosos trinos, están alabando al Señor.
Del mismo modo nosotras debemos alabar al Señor siempre, en todo momento, en todo lugar, se cual sea el problema que estemos atravesando, porque sin él nada de lo que existe, existiría.
Siempre deberíamos decir, como el Salmo 57: 5: «Exaltado seas sobre los cielos». Al levantarnos por la mañana nuestro primer acto debería ser alabar a Dios porque nos da otra oportunidad de servirle, porque un día más podemos preguntarle: «¿Qué quieres que haga, Señor?».
Y una razón más poderosa aún para alabarle es el santo sábado, el día que ha sido bendecido por él para que lo adoremos. Un día para que lo dediquemos a nuestro Creador en un acto de alabanza.
Querida hermana, esa actitud de alabanza que rendimos al Señor debería ser algo constante, porque él siempre está a nuestro lado; ¿qué más podemos desear?
Así como dice el salmista, que esta mañana puedas decir antes de comenzar tus tareas diarias: «Te alabaré, Jehová, con todo mi corazón. Contaré todas tus maravillas. Me alegraré y me regocijaré en ti; cantaré a tu nombre, «Altisimo» (Sal. 9:1-2).
Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Rosita Val
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