Escucha, Jehová, mis palabras; considera mi gemir. Atiende a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, porque a ti oraré. Jehová, de mañana oirás mi voz; de mañana me presenta delante de ti esperaré (Salmo 5:1-4).
Cuando tenía doce años mi padre no abandonó. Cuatro años más tarde mi madre murió de cáncer. Todo aquello fue muy doloroso para mi hermano y para mí, pues nos quedamos prácticamente solos. Aunque vivíamos en casa de mi abuelita, mi vida ya nunca volvería a ser la misma.
Mi comportamiento no era el mejor y prefería pasar caso todo el día fuera de la casa, pues así no recordaba el dolor tan grande que sentía y que no podía expresar. Al cumplirse cinco meses de la muerte de mi mamá, nuestra familia decidió que yo debía ir a estudiar a la Universidad de Montemorelos, pues allí vivía una tía mía. Con el tiempo, ella se convirtió en una segunda madre para mí. Así fue como llegué a un lugar único y de costumbres muy diferentes, pues para entonces yo no era adventista.
En la universidad comencé a estudiar administración de empresas. Sin embargo, al concluir el primer semestre había reprobado tres materias y mi estado de ánimo era cada vez peor. Tenía muchos conflictos personales por resolver y eso me impedía concentrarme en mis estudios.
Sin embargo, Dios no se olvidó de mí y dirigió mi vida por un nuevo rumbo. También por ese tiempo encontré a una gran amiga llamada Silvia, que me ayudó a reconocer a Dios como mi gran ayudador y sanador. Finalmente pude dejar atrás toda la amargura y el dolor causados por la separación de mis padres y por la muerte de mi madre.
Agradezco con todo mi corazón a Dios porque puso en mi vida a una persona cristiana que creyó en mí aun cuando nadie lo hacía. Alguien que no dudó respecto a mis posibilidades académicas. Una amiga que me inspiró, me ayudó y me motivó a seguir adelante hasta hacer realidad mis sueños.
Querida amiga, mi vida es un ejemplo de que cuando se quiere, se puede, y de que debemos descartar todo temor a salir adelante una vez que contamos con la ayuda de Dios. ¡Inténtalo tú también!
Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Berenice Casillas
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