«¿Por qué dormís? Levantaos y orad para que no entréis en tentación» (Lucas 22:46).
La última cena había terminado. Jesús y sus discípulos habían llegado al huerto de Getsemaní. Aquella noche se decidía si Jesús estaba dispuesto a beber la amarga copa del sufrimiento y la muerte.
Jesús dejó a sus discípulos y se adelantó un trecho para orar a solas. Antes de apartarse, les pidió que ellos también oraran para no caer en tentación. Entonces Jesús los dejó para iniciar el duro combate para el cual había venido al mundo
Lleno de angustia, pasó un tiempo a solas tras el cual sintió la humana necesidad de compañía y aliento, por lo que regresó donde estaban los discípulos. Seguro que estarían orando por él. Pero estaban dormidos. ¿Cómo era posible?
En cierta ocasión, trajeron a un endemoniado ante un grupo de pastores. Mientras oraban por él, el espíritu empezó a hablar. No es cosa que yo recomiende, pero uno de los pastores empezó a dialogar con el espíritu. Le preguntó si alguna vez había ido a la iglesia. La respuesta fue afirmativa. Eso llevó a otra pregunta: «¿Qué haces en la iglesia?». Su respuesta no debería ser ninguna sorpresa para nosotros: «Hago que la gente se duerma». Todos sabemos que Satanás es un mentiroso, pero ese día dijo la verdad.
Si el diablo no puede impedimos que vayamos a la iglesia, hará todo lo que esté a su alcance para que nos durmamos. ¿Por qué cuando entramos en la iglesia estamos completamente despiertos y, nada más empezar el sermón, nos vence la modorra, empezamos a cabecear y acabamos durmiéndonos?
¿Cómo habría cambiado aquella noche la historia de Getsemaní si los discípulos no se hubieran dormido? Por un lado, no habrían huido. En segundo lugar, Pedro no habría negado a Jesús.
Aunque el sueño es necesario para nuestra salud física, en la vida espiritual nunca deberíamos dormirnos. Si dormimos espiritualmente, corremos el riesgo de perder la batalla. Si no nos mantenemos desvelados, será más probable que, en lugar de resistir, huyamos como los discípulos.
¡Despierte de su sueño! No corra el riesgo de negar al Señor por estar dormido cuando tendría que velar. Basado en Lucas 22:36-46
Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill
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