domingo, 29 de abril de 2012

PLANIFIQUE EL DÍA


«Ahora, pues, Israel, ¿que pide de ti Jehová, tu Dios, sino que temas a Jehová, tu Dios, que andes en todos sus caminos, que ames y sirvas a Jehová, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma»  Deuteronomio 10:12

En cierta ocasión, un escultor de renombre recibió la visita de un escritor famoso. El visitante vio un gran bloque de mármol en una esquina y preguntó para qué era.
— Aún no lo sé. Todavía no tengo un plan decidido.
El escritor quedó sorprendido.
— ¿Quieres decir que planificas tu trabajo? ¿Por qué? Yo cambio de opinión varias veces al día.
— Eso está muy bien para un manuscrito que pesa poco más de un kilogramo 
— respondió el escultor — , pero no para un bloque de mármol de más de tres toneladas y media...
El sábado es como un bloque de mármol. Podemos echarlo a perder, podemos desperdiciarlo o podemos sacar lo mejor de él; bastará con que pensemos y planifiquemos un poco. Estoy convencido de que honrar las horas del sábado tiene mucho que ver con planificar por adelantado; no tanto criticando lo que no se debiera hacer sino planeando cosas que sí podemos hacer. En los próximos días te explicaré algunas de las cosas que nuestra familia hace para que el sábado tenga un significado. Tan pronto como empiece a pensar en ello, descubrirá que las posibilidades de honrar a Jesús en su día son infinitas.
Dios nos dio seis días para hacer nuestro trabajo y se reservó para sí el séptimo. Ese día tendría que ser una bendición para nosotros, un día en el que podamos poner a un lado todos los asuntos seculares y centrar el pensamiento en Dios y en el cielo.
Un día, un hombre desafió a otro para ver quién de los dos hacía más leña durante todo un día. El desafiador se esforzó mucho y solo hizo una corta pausa para almorzar. El otro tomó el almuerzo tranquilamente e hizo varias pausas a lo largo del día. Al final del día, el retador estaba sorprendido, y molesto, al comprobar que el otro había cortado mucha más madera que él.
—No lo entiendo —dijo—. Cada vez que yo comprobaba cómo iba el desafío, tú estabas descansando y, sin embargo, has cortado más madera que yo...
—Pero no te fijaste —dijo el ganador— en que yo me dedicaba a afilar el hacha cada vez que me sentaba a descansar.
El descanso del sábado es como afilar el hacha.  El resto de la semana pasa de manera más agradable. Basado en Mateo 12:8

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

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