«Sobre toda cosa que guardes, guarda tu corazón, porque de él mana la vida» (Proverbios 4: 23).
Cuando veo que los tallos de ciertas malas hierbas sobresalen del césped sé que ha llegado el momento de cortarlo. ¿Por qué, me pregunto, las malas hierbas crecen más rápido y con más fuerza que el césped? Es hora de esparcir algo de herbicida antes de que se adueñen del jardín.
La mundanalidad es como las espinas, los cardos y la maleza. La Biblia dice que, como las malas hierbas ahogan a las plantas beneficiosas, las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida ahogan la Palabra de Dios en nuestros corazones. ¿Por qué no pueden crecer juntos y en paz? Porque el más fuerte ahoga al más débil. ¿Quién es el más fuerte? El que se alimenta más y mejor.
El terreno espinoso es un suelo fértil, porque está lleno de plantas sanas, aunque sean zarzas. Quizá conozcamos a alguien a quien no parece importarle demasiado todo lo que tiene que ver con la religión; que, aparentemente, está absorto en sus asuntos y las cosas del mundo. Pero nos equivocaríamos. El suelo que da una maleza lozana también puede dar abundante trigo.
Supongamos que hemos permitido que algunas malas hierbas de mundanalidad crezcan en nuestro corazón y la semilla de la verdad cae en él. Al principio, la buena semilla germinará y comenzará a crecer; pero, al cabo de un tiempo, las plantas empiezan a prosperar juntas. Nosotros estamos contentos porque, en apariencia, tenemos lo mejor de ambos mundos y confiamos en que las plantas buenas acaben por ahogar a las malas sin demasiado esfuerzo por nuestra parte.
Sí pensamos así, no comprendemos la fuerza del mal. Cuando menos lo esperemos, veremos que el trigo se encuentra en estado crítico; en cambio, las zarzas, los cardos y los espinos se habrán entrelazado de tal manera que el pobre trigo apenas si consigue captar un rayito de sol y la planta se muere.
Escuchamos la Palabra y la entendemos, pero nos apegamos a este mundo. Seguimos asistiendo a la iglesia y, mientras, la pobre y raquítica brizna de la religión sigue creciendo. Pero, poco a poco, Cristo y su iglesia van quedando fuera de nuestra vida porque la maleza del mundo los ha apartado. ¡No deje que le suceda! No seamos cristianos de suelo poco profundo. Basado en Mateo 13:1-9
Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill
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