miércoles, 30 de mayo de 2012

LAS ORACIONES DE UNA MADRE


Sus hijos se levantan y la llaman bienaventurada; y su marido también la alaba: «¡Muchas mujeres hicieron el bien; mas tú sobrepasas a todas!». (Proverbios 31:28-29).

Se han escrito muchas cosas bellas acerca de la madre, ese ser que incluso está dispuesto a entregar su vida por sus hijos. El célebre educador Domingo Faustino Sarmiento dijo que «la madre es para el hombre la personificación de la Providencia, es la tierra viviente a que se adhiere el corazón, como las raíces al suelo». Muchas destacadas personalidades rinden homenaje a sus madres al evaluar los triunfos y logros que han alcanzado.
Nosotros éramos una familia numerosa de catorce hermanos. En mi país se vivieron tiempos difíciles durante la década de los ochenta, ya que una guerra civil no solamente ensangrentaba nuestra patria y afectaba la economía, sino que también dividía a las familias. Tres de mis hermanos
Pertenecían al ejército nacional, mientras que otro de ellos luchaba en el bando contrario. Este último adquirió cierto nombre bajo el seudónimo de «comandante Johnson».
Cuando eran niños, mis hermanos jugaban juntos y ocasionalmente asistían a la iglesia, pero al crecer las ideologías políticas los dividieron al punto que tomaron caminos diferentes. El caso de nuestros hermanos fue bien conocido, llegando a tipificar el problema de la división familiar en mi país. Periodistas de diversos países escribieron artículos y libros acerca de una familia que había sido fraccionada por la guerra.
En cierta ocasión dos de mis hermanos se enfrentaron en un combate armado. Después de algunos minutos se reconocieron, y ordenaron el "alto el fuego". Durante algunas, horas hubo una tregua. El comandante Johnson dijo «No tiene sentido estar peleando entre hermanos». Luego mis hermanos se abrazaron y lloraron. Por un momento pusieron a un lado sus diferencias ideológicas y hablaron de las cosas que los unían como familia.
¿Qué podía hacer mi madre, una mujer sencilla, para mantener unida a su familia? A pesar de las diferencias ideológicas que mantuvieron separados a mis hermanos durante diez años de guerra civil, hubo algo que los guió y ayudó: las oraciones y el amor de mi madre. Ella nunca dejó de orar por ellos.  A diario derramaba sus lágrimas y súplicas delante del Señor para que protegiera a sus hijos y los mantuviera a sus hijos en el amor familiar.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Dorys Esther Fley

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