Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida. Apocalipsis 2:10, NVI
Juli cursaba el séptimo semestre de la carrera de Psicología en la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín, Colombia. En poco tiempo tendría que iniciar sus prácticas profesionales. Pero antes debía cumplir con el requisito de presentar un examen de conocimiento general. El examen fue programado para un sábado. En ocasiones similares, le habían permitido presentar el examen en otro día. ¿Ocurriría el milagro de nuevo?
—Soy adventista del séptimo día —explicó Juli a la profesora de Psicología— y para mí es un principio inamovible guardar el sábado. ¿Podría, por favor, presentar el examen otro día?
—Juli —respondió la profesora—, como futura psicóloga necesitas tener apertura mental. ¿Por qué no pides permiso al pastor de tu iglesia para que te permita asistir al examen?
—No es asunto de pedir permiso a mi pastor. La observancia del sábado como día de reposo es un principio personal.
—Bueno, piénsalo. Eres una joven inteligente y sé que cambiarás de opinión. Ese día Juli salió muy triste de la clase. ¿Se vería afectada su carrera universitaria por ese incidente? Al llegar a su casa, con lágrimas en sus ojos, les contó a sus padres lo que había sucedido. Juntos oraron pidiendo a Dios su intervención.
La respuesta de Dios no se hizo esperar. Unos días después, la profesora de Psicología le comentó a una colega el caso de Juli. Sucedió que esta otra profesora conocía a Juli. Al escuchar lo que estaba pasando, intervino de manera contundente. —¿Cómo se te ocurre hacer eso? —le dijo—. ¿No sabes que un adventista prefiere dejar la universidad antes que faltar a sus principios? Además, Juli es una buena estudiante y una joven ejemplar. Merece que le des el permiso para presentar el examen otro día. Si es necesario, yo puedo supervisarla.
El siguiente lunes la profesora de Psicología llamó a Juli para pedirle disculpas. El examen se realizó el viernes, durante el día. Cuando entregaron los resultados de la prueba, la sorpresa de Juli fue mayúscula: ¡había obtenido la mayor calificación en la materia!
Cada vez que Juli Barrero León reflexiona sobre lo ocurrido, no puede sino llegar a la misma conclusión: el Dios de la Biblia sigue haciendo milagros. Sigue cumpliendo sus promesas. Sigue siendo fiel... plenamente fiel.
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala
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