lunes, 4 de junio de 2012

PIEDRAS PULIDAS


«Jesús les preguntó: "¿Nunca leísteis en las Escrituras: 'La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo'. El Señor ha hecho esto, y es cosa maravillosa a nuestros ojos"?» (Mateo 21:42).

Del tan esperado Mesías, los profetas habían escrito: «Por eso, Jehová, el Señor, dice así: "He aquí que yo he puesto en Sión por fundamento una piedra, piedra probada, angular, preciosa, de cimiento estable. El que crea, no se apresure"» (Isa. 28:16).
David profetizó que esa piedra angular sería rechazada. «La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser la cabeza del ángulo» (Sal. 118:22).
En el versículo para memorizar, Jesús declara de sí mismo que él es esa piedra angular. El apóstol Pedro lo entendió y añadió: «Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, pero para Dios escogida y preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo» ( 1 Ped. 2:4,5).
¿Se ha fijado en que los miembros de la iglesia son piedras vivas que, juntas, forman la iglesia de Cristo? Pero no hay dos iguales, ¿verdad? Somos personas distintas, con estaturas, teces y edades diferentes. ¿Cómo colabora con las otras «piedras» para construir la iglesia en la tierra? ¿Es usted manso, paciente y respetuoso?
Según una antigua fábula hebrea, una tarde, mientras estaba sentado ante su tienda, Abraham vio acercarse a un anciano cansado por los años y el viaje. Abraham salió, lo saludó y luego lo invitó a su tienda. Allí lavó los pies del anciano y le dio comida y bebida. De inmediato, el caminante empezó a comer sin antes decir una oración. Abraham le preguntó:
— ¿No adoras a Dios?
El viajero de edad respondió:
— A ningún otro dios adoro, sino al fuego.
Al escuchar esto, Abraham se enfureció, agarró al hombre por los hombros y lo arrojó fuera de la tienda, a la intemperie de la noche. Cuando el anciano se hubo ido, Dios llamó a su amigo Abraham y le preguntó dónde estaba el desconocido. Abraham respondió:
— Lo eché fuera porque no te adoraba.
Dios respondió:
—Yo lo he soportado durante ochenta años aunque no me honre. ¿No podías tú aguantarlo tan solo por una noche?  ¿Lo ha soportado el Señor a usted durante mucho tiempo?  A mí sí. Basado en Mateo 21:42

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

No hay comentarios:

Publicar un comentario