No buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás (Filipenses 2:4).
Si te pidieran que nombraras tres áreas en las que tú y tu cónyuge no concuerdan, es probable que pudieras hacerlo sin pensar demasiado. Quizá, hasta podrías confeccionar una lista de las diez cuestiones más importantes si te dieran unos minutos más. Y lamentablemente, a menos que alguien en tu hogar comience a ceder un poco, estos mismos problemas seguirán surgiendo entre tú y tu pareja.
Por desgracia, la obstinación viene en todos los modelos de esposos y esposas. Defender tus derechos y tus opiniones es una parte esencial de tu naturaleza y tu modo de ser. Sin embargo, es perjudicial dentro de una relación matrimonial, y quita tiempo y productividad. Además, puede generar una gran frustración a los dos.
En realidad, ser obstinado no siempre es malo. Vale la pena defender y proteger algunos asuntos. Nuestras prioridades, nuestros valores morales y la obediencia a Dios deberían protegerse con gran esfuerzo. Sin embargo, demasiadas veces discutimos por temas insignificantes, como el color de la pintura para la pared o la elección de restaurantes.
Por supuesto, otras veces lo que está en juego es mucho mayor. Uno de ustedes quiere más hijos, el otro no. Uno quiere irse de vacaciones con la familia extendida, el otro no. Uno cree que es hora de buscar ayuda profesional para el matrimonio o de participar más en una iglesia, y el otro no.
Aunque quizá estas cuestiones no afloren todos los días, vuelven a salir a la superficie y no terminan de desaparecer. Parece que nunca te acercaras a una solución o a un acuerdo. Cada vez son más intransigentes.
Reflexión: Hoy trataré de ser flexible a las necesidades de mi pareja, dándole el lugar y el espacio que necesita.
PIDE A DIOS TRES COSAS QUE TE AYUDEN PARA ENRIQUECER TUS RELACIONES MATRIMONIALES.
Tomado del 50 días de Oración
Por Pr. Juan Caicedo Solís
Secretario Ministerial, Dir. Hogar y Familia
Unión Colombiana del Sur.
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