«Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo» (Romanos 10:9).
¿Cómo puede alguien decir que es salvo? ¿Qué significa: «Soy salvo, me salva, seré salvo» ? Lo primero alude al momento en que le entregamos el corazón a Jesús, lo segundo sucede mientras el Espíritu Santo nos da el fruto del Espíritu y lo tercero tiene que ver con el momento en que Jesús vendrá en las nubes para llevarnos con él al cielo.
¿Qué quiso decir Jesús cuando declaró que la salvación había llegado a casa de Zaqueo? ¿Significa esto que Zaqueo era perfecto? Sí, en aquel momento era perfecto. Decir que no era perfecto sería lo mismo que decir que Jesús no lo había perdonado por completo. Zaqueo era perfecto, porque Jesús lo había perdonado perfectamente. Cuando nos arrepentimos y lamentamos haber pecado, Jesús nos perdona completamente. De hecho, por fe, creemos que así lo hace. Se echa nuestros pecados a la espalda y no los recuerda más. Luego dice que estamos delante de él como si nunca hubiésemos pecado (ver Nuestra elevada vocación, p. 50). Si hemos seguido esos pasos, entonces, la salvación también es nuestra porque nuestros pies marchan por el camino al cielo. En caso de que nos desviemos del camino y caigamos en el pecado, el Espíritu Santo nos convencerá de nuestro error. Finalmente, si nos arrepentimos, Jesús nos perdonará y nos devolverá al camino, de manera que volvamos a dirigirnos hacia el cielo. Esta operación se llama salvación.
¿Volvió Zaqueo a pecar al día siguiente y al otro? Posiblemente; pero sus pies andaban por el camino adecuado e iba en la dirección correcta. Para él no había vuelta atrás. Mientras llevaba su antigua vida de pecado, el Espíritu Santo lo llamaba desde fuera; pero desde que Zaqueo se convirtió, el Espíritu Santo lo llamó desde su interior, porque ser salvo significa que Jesús vive en el corazón. De igual modo, la ayuda de ese mismo Espíritu Santo está a nuestra disposición; basta con que la pidamos.
Señor, te doy gracias por la salvación que me has dado. Te agradezco la salvación que me das en este mismo momento en que vivo por ti. Finalmente, Señor, ansío esa salvación que me darás cuando vengas. Basado en Lucas 19:1-10.
Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill
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