sábado, 17 de noviembre de 2012

LA FAMILIA DE DIOS


En todo tiempo ama el amigo y es como un hermano en tiempo de angustia. (Proverbios 17:17).

La mañana había sido muy ajetreada, ya que íbamos a salir de viaje y tenía que preparar las maletas.  Mientras buscaba algún libro para leer en el camino, me llamó la atención un recorte de periódico. Tenía un título muy interesante: «Familias a ratos». Describía lo que son las familias que apenas se ven durante el año, pero que se reúnen durante algunas fiestas, especialmente a fines de año.
Si surgen enfermedades en esas familias, crisis económicas o problemas emocionales, ni se enteran. Pero en las bodas, los funerales y las fiestas se juntan como si no sucediera nada. Las fiestas son una ocasión para reafirmar su sentido de pertenencia. Si por los abrazos y por los besos que se intercambian pudiera medirse el cariño y el amor que se profesan, se diría que es mucho. Sin embargo, cuando concluye la fiesta, no vuelven a saber más unos de otros hasta la próxima reunión, o hasta el próximo año. Diría alguien que con parientes como esos, sería mejor contar con buenos amigos. La fuerza de la sangre a veces únicamente alcanza para afectos obligados o superficiales.
No se escoge la familia, es cierto; pero es bueno recordar que la familia significa mucho más que un lazo de sangre, más que apellidos comunes. Significa expresarse afecto mutuo, así como el compromiso de procurar el bien de cada uno de sus miembros. Ser parte de una familia implica escucharse, apoyarse y amarse incondicionalmente en los momentos buenos y en los malos, eso será lo que la diferencie de cualquier otro grupo social. Aceptarse y amarse no será tan difícil en el momento que cada uno esté dispuesto a aceptar a los demás con sus virtudes y defectos.
Hoy la gente anda buscando la felicidad, pero no es capaz de disfrutar del amor y el aprecio de aquellos que, debido a los lazos de sangre están más cerca. Recordemos que somos parte de una misma familia, la familia celestial. Una familia que nuestro Padre ansia que pronto se reúna en una eternidad sin fin.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Edilma E. Balboa

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