«Le dijo Jesús:" Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá"» (Juan 11:25)
Lázaro vivía con sus dos hermanas Marta y María en la pequeña ciudad de Betania, cerca de Jerusalén. Muchas veces, cuando Jesús estaba cansado y necesitaba alejarse del bullicio de la gente que siempre le seguía, se escapaba a la casa de Lázaro para disfrutar de buena comida y una conversación tranquila.
Un día Lázaro enfermó de repente y como no respondía al tratamiento, las hermanas estaban alarmadas y enviaron un mensaje a Jesús, el cual estaba enseñando en otra ciudad. Por eso enviaron a decirle: «Señor, el que amas está enfermo» (Juan 11:3).
Jesús tardó tres días en ir a Betania. Antes de llegar a la casa, recibió la noticia de que Lázaro había muerto. Cuando Marta supo que Jesús estaba a las afueras de su ciudad, dejó a las plañideras y corrió a su encuentro. Después de reunirse y llorar juntos, Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará» (Juan 11:23). Marta respondió: «Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día final» (vers. 24).
Marta es ejemplo de un creyente ansioso. Cree, pero no confían lo suficiente como para no preocuparse. No desconfían del Señor ni cuestionan la veracidad de lo que dice, sino que se preguntan: «¿Cómo será?». Por lo tanto, no reciben todo el consuelo que la Palabra del Señor podría traer a su corazón si la creyeran plenamente. El cómo y el por qué son del Señor, quien responde según su voluntad.
Es mucho mejor sentamos con María a los pies del Señor, creyendo sus promesas, que salir corriendo con Marta, mientras preguntamos: «¿Cómo puede ser esto posible?».
Marta tenía fe en lo que podía ver. Pero, como muchos de nosotros, sus ojos estaban tan cegados por las lágrimas que no podía ver más allá de ese momento.
Me pregunto qué nos perdemos usted y yo, a qué bendiciones damos la espalda, ante qué milagros cerramos los ojos porque carecemos de una fe que sea capaz de mirar más allá del presente.
Martín Lutero escribió: «Nuestro Padre Dios hizo que todo dependiera de la fe para que quien tenga fe lo tenga todo y quien no tenga fe no tenga nada». Basado en Juan 11:1-44
Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill
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