Y así Jacob trabajó pon Raquel durante siete años, aunque a él le pareció muy poco tiempo porque la amaba mucho. Génesis 29: 20
¡Siete años de trabajo para poder casarse con el ser que uno ama! ¿No es mucho tiempo?
Pues el caso es que ese fue el tiempo que trabajó Jacob para tener derecho a la mano de Rebeca. Lo hizo «porque la amaba mucho» (Gen. 29:20). Y porque la amaba, «a él le pareció muy poco tiempo». Y de esto no hay duda alguna. Porque cuando el truculento Labán «le dio gato por liebre» (recuerda que la noche de la boda le entregó como esposa a Lea, la hermana mayor de Raquel), Jacob aceptó trabajar otros siete años para Labán, para tener derecho a Raquel.
De esta manera, el muy vivo Labán recibió, en vez de siete, catorce años de servicio de parte de Jacob. Aún más, en el paquete de «dos por el precio de una» Labán logró librarse de Lea, a quien habría tenido que mantener quién sabe por cuántos años.
¿Cómo fue que Jacob aceptó semejante trato? No porque fuera tonto. Porque si Labán tenía una maestría en «Trucología», Jacob tenía un doctorado. Recordemos que Jacob llegó a parar a casa de Labán cuando huía de su hermano Esaú, a quien había engañado. Así que fue por amor que Jacob aceptó lo que de ninguna otra manera habría aceptado.
Y es que el amor hace que las cargas se sientan livianas. Que el tiempo pase volando. Ningún sacrificio es demasiado grande; ningún regalo muy costoso, cuando se trata de agradar y de servir a ese ser tan especial que amamos.
¿Entregarías siete años de tu vida con tal de tener a tu lado a la persona que amas? Imagino que sí lo harías. Ahora bien, si no te has casado aún, asegúrate de que lo haces por amor, no por infatuación. Asegúrate de que amas a esa persona sin condiciones y la valoras por lo que es, no por el cuerpazo que tiene, ni por lo bonito que canta.
Que Dios ponga en tu corazón verdadero amor por la persona a la que te unirás hasta que la muerte los separe.
Señor, que yo pueda amar a mi [futuro] cónyuge de la manera que tú me amas: sin condiciones.
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala
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