«Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del hombre ha de venir» (Mateo 25:13).
Si hubiéramos visto las damas de honor, habríamos dicho que eran iguales. Probablemente, sus vestidos eran idénticos y llevaban la misma clase de lámpara. Por fuera se parecían, pero sus corazones eran distintos.
Las damas de honor sabias representan a los cristianos sinceros que están listos y a la espera de la venida de Cristo. Por su parte, las damas de honor necias simbolizan a quienes, aun sabiendo que viene y queriendo que venga, todavía no han preparado el corazón para recibirlo. Son como la gente que quiere tomar unas vacaciones. Saben dónde quieren ir, qué leer sobre cosas que hacer cuando lleguen a su destino, les dicen a todos que van, pero, cuando llega el día de la partida se dan cuenta de que no han comprado el boleto ni hecho las maletas.
¿Qué distingue a las damas de honor necias? En primer lugar, son necias porque no preparan sus recipientes (corazones) con aceite de recambio (Espíritu Santo). En las lámparas solo tienen aceite suficiente para iluminar el camino hasta el punto de encuentro, para fingir que quieren encontrarse con el novio. Pero no traen aceite de más y por eso no consiguen su objetivo.
En segundo lugar, son necias porque no tienen ninguna convicción específica o sentimiento de urgencia alguno. Parecen damas de honor esperando con una lámpara en las manos pero, en realidad, su corazón está en otra parte. Hacen lo que se les dice, pero carecen de vida espiritual.
En tercer lugar, no piensan en el futuro ni hacen planes. Esto las lleva a ser descuidadas y presuntuosas. Creen que la seguridad está en la muchedumbre. Están convencidas de que, si están con otras damas de compañía que también tienen lámparas, podrán participar tal como van, con tan solo una lámpara. No prevén cualquier eventualidad. Muchos cristianos cometen este mismo error. Su vida no es más que un espectáculo en su propio beneficio.
Jesús dijo que nuestra luz tiene que brillar. Pero esto no sucederá durante mucho tiempo a menos que pidamos que el Espíritu Santo llene con aceite el recipiente del corazón. Además de conocer el destino, es preciso que, por fe, hagamos los preparativos necesarios. Ahora es tiempo de acumular todo el aceite del Espíritu Santo que podamos, porque el Novio está a punto de llegar. Basado en Mateo 25:1-13.
Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill
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