domingo, 6 de enero de 2013

CRISTIANISMO LIGHT


Para esto fueron llamados, porque Cristo sufrió por ustedes, dándoles ejemplo para que sigan sus pasos. 1 Pedro 2:21

La palabra «light» ha ido entrando en nuestro vocabulario cotidiano sin que nos diéramos cuenta. Las amas de casa nos dejamos guiar por este término cada vez que escogemos alimentos en el supermercado, pues nos han hecho creer que los alimentos light son más fáciles de digerir.
Muchas de nosotras, sin embargo, hemos dejado que este concepto saliera de la cocina para aplicarlo también a nuestra relación con Dios. Cada vez es más común el cristianismo light, es decir, una relación con Dios ligera e impersonal, en la que basta con creer que Dios existe y rendirle honor y adoración en ocasiones especiales. ¡Qué fácil de digerir! He oído a muchas personas decir «creo en Dios y no hago mal a nadie», con la convicción de que eso es suficiente para contar con la gracia, y el favor de Dios. Sin embargo, el Señor anhela que tengamos una relación íntima con él, profunda y planificada, no superficial ni casual.
Muchos desean tener una relación con Dios sin entrega, sin compromiso, sin sacrificio; una religión que les haga sentirse bien consigo mismos y les permita seguir complaciendo sus deseos personales. La Palabra de Dios declara: «Llegará el tiempo en que no van a tolerar la sana doctrina, sino que, llevados de sus propios deseos, se rodearán de maestros que les digan las novelerías que quieren oír» (2 Tim. 4:3). Ese tiempo ha llegado y es ahora, cuando hombres y mujeres tratan de acomodar a Dios a su manera de vivir. Quieren que el Señor los acepte sin renunciar a sus deseos egoístas; quieren disfrutar de sus favores y cuidados y al mismo tiempo vivir descuidadamente.
Amiga, lleva a tu mesa todo lo light que encuentres en el supermercado, pero aléjate lo más que puedas de una relación light con Dios. La Palabra de Dios dice al respecto: «Hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios» (Rom. 12:1).
Tú, mujer, madre, esposa, has sido llamada a vivir con abnegación y sacrificio, dependiendo de Dios a cada paso, pues de ello depende no solamente tu salvación, sino la de tu hogar, tu matrimonio y tus hijos.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

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