Subió entonces a la barca con ellos, y el viento se calmó. Estaban sumamente asombrados. Marcos 6: 51
Como decíamos ayer, nos hallamos frente a un nuevo año. En momentos como este es posible que miremos al año que ha quedado atrás para tomar nuevos impulsos y continuar el viaje de la vida, o tal vez para recordar las experiencias negativas que nos ha tocado vivir, con el propósito de no volver a cometer los mismos errores. Son muchos los que, varados en la playa de la vida, no se atreven a echar su embarcación al gran océano de la existencia humana.
Cuando la pérdida y el dolor han sido nuestros compañeros frecuentes, se vuelve difícil navegar sin temor a un nuevo naufragio. Quizás esta sea tu condición; ¿es así? Si tu respuesta es afirmativa y no puedes dejar de recordar las tormentas que has vivido, alaba a Dios porque todavía tienes vida. Una vida que él desea que vivas en abundancia, aun en medio de la más oscura borrasca. Además, si revisas bien tu estado de cuentas del año que acaba de terminar, verás que has superado todas las dificultades con la ayuda de Dios. Su promesa es: «Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia» (Juan 10:10). Espera en él, y él hará.
Cuenta tu capital y alza las velas de tu embarcación; prepárate para una emocionante travesía con Cristo Jesús como capitán. En los días nublados que presagian tormenta, ten la seguridad de que Dios hará brillar el sol de su justicia sobre ti, tal como lo ha prometido: «Pero para ustedes que temen mi nombre, se levantará el sol de justicia trayendo en sus rayos salud» (Mal. 4: 2).
En este año que comienza, Dios te ofrece trescientas sesenta y cinco nuevas oportunidades para llegar a un puerto seguro. Entonces levántate, despójate del dolor acumulado, y únicamente coloca en tu barca buenos propósitos, sueños alcanzables y proyectos por concluir. Tú pon cada día tu esfuerzo y tu fe, y Dios hará provisión de todo lo demás. Llegarás a tu destino con resultados verdaderamente satisfactorios.
Recuerda que lo único que te hará fuerte cuando la tormenta llegue, es tener la seguridad de que Dios va al mando de tu embarcación y te va a guiar al puerto correcto. Ten fe.
Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado
Como decíamos ayer, nos hallamos frente a un nuevo año. En momentos como este es posible que miremos al año que ha quedado atrás para tomar nuevos impulsos y continuar el viaje de la vida, o tal vez para recordar las experiencias negativas que nos ha tocado vivir, con el propósito de no volver a cometer los mismos errores. Son muchos los que, varados en la playa de la vida, no se atreven a echar su embarcación al gran océano de la existencia humana.
Cuando la pérdida y el dolor han sido nuestros compañeros frecuentes, se vuelve difícil navegar sin temor a un nuevo naufragio. Quizás esta sea tu condición; ¿es así? Si tu respuesta es afirmativa y no puedes dejar de recordar las tormentas que has vivido, alaba a Dios porque todavía tienes vida. Una vida que él desea que vivas en abundancia, aun en medio de la más oscura borrasca. Además, si revisas bien tu estado de cuentas del año que acaba de terminar, verás que has superado todas las dificultades con la ayuda de Dios. Su promesa es: «Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia» (Juan 10:10). Espera en él, y él hará.
Cuenta tu capital y alza las velas de tu embarcación; prepárate para una emocionante travesía con Cristo Jesús como capitán. En los días nublados que presagian tormenta, ten la seguridad de que Dios hará brillar el sol de su justicia sobre ti, tal como lo ha prometido: «Pero para ustedes que temen mi nombre, se levantará el sol de justicia trayendo en sus rayos salud» (Mal. 4: 2).
En este año que comienza, Dios te ofrece trescientas sesenta y cinco nuevas oportunidades para llegar a un puerto seguro. Entonces levántate, despójate del dolor acumulado, y únicamente coloca en tu barca buenos propósitos, sueños alcanzables y proyectos por concluir. Tú pon cada día tu esfuerzo y tu fe, y Dios hará provisión de todo lo demás. Llegarás a tu destino con resultados verdaderamente satisfactorios.
Recuerda que lo único que te hará fuerte cuando la tormenta llegue, es tener la seguridad de que Dios va al mando de tu embarcación y te va a guiar al puerto correcto. Ten fe.
Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado
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