Opten por mi
instrucción, no por la plata; por el conocimiento, no por el oro refinado. Vale
más la sabiduría que las piedras preciosas, y ni lo más deseable se le compara.
Proverbios 8:10-11
Muchas damas
viven con un sentimiento de frustración debido a sus proyectos inconclusos.
Unas no pudieron alcanzar sus aspiraciones por contraer matrimonio, otras
dejaron temporalmente su realización profesional por atender el hogar, y otras
abandonaron sus proyectos de vida a nivel de sueños. A pesar de esto, todas
ellas, en algún rincón del corazón, esperan el momento de hacer realidad los
anhelos postergados.
Querida amiga,
si te sientes aludida, recuerda que no importa en qué etapa de tu vida te
encuentres, puedes hacer que los sueños postergados cristalicen. Lo conseguirás
al ser tenaz y con la ayuda de Dios. Que tu primera aspiración consista en
llegar a ser una mujer como la que se describe en Proverbios: «Se reviste de
fuerza y dignidad, y afronta segura el porvenir» (Prov. 31:25).
La vida actual
exige que las mujeres, profesionales, madres y esposas, estemos en constante
preparación. Conscientes de que Dios nos ha dotado de habilidades, dones y
talentos, tenemos una responsabilidad que no podemos eludir. Todas hemos sido
llamadas a ejercer un ministerio a favor de otros, y para cumplir esta labor de
servicio tenemos el deber de pulir los dones que nos han sido concedidos. El
Señor promete: «Porque el Señor da la sabiduría; conocimiento y ciencia brotan
de sus labios [...]; la sabiduría vendrá a tu corazón, y el conocimiento te
endulzará la vida» (Prov. 2:6,10).
Si lo que
buscas es retomar tus proyectos truncados, debes saber que es un anhelo
legítimo que Dios aprueba. Si tu condición actual de vida te lo permite, las
aulas de la universidad te esperan; si tus hijos han tomando las riendas de su
vida y caminan hacia la independencia con paso firme, no dudes en retomar tu
vocación. Si piensas que ya no hay tiempo para la educación formal, entonces tú
misma puedes ser tu propia instructora, y en forma autodidacta adquirir el
conocimiento en el área de tu preferencia. No esperes más.
Si logras
alcanzar la vocación de tu vida, ¡felicidades! Pero no olvides que debe estar
al servicio del ministerio que Dios te ha llamado a ejercer. Nunca pierdas de
vista que todos tus dones son un legado del Padre, y que tendrás que dar cuenta
del uso que hagas de ellos.
Tomado de
Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para
cada día
Por Erna
Alvarado
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