He andado en los caminos del Señor; no he cometido mal alguno ni me he apartado de mi Dios. 2 Samuel 22:22
Mientras caminemos por los senderos de la existencia, tendremos la tentación de tomar atajos. Estos son los senderos aparentemente más rápidos para obtener las metas que nos proponemos en la vida. ¡Cuántos estudiantes se han sentido tentados a copiar las respuestas de un examen, para evitar el esfuerzo del estudio! Otras personas han recibido la oferta de tomar un atajo fraudulento para hacer fortuna, únicamente con el propósito de evitar caminar por la senda del trabajo esforzado. Son muchas las mujeres que se entregan a relaciones ilícitas, pues les resulta difícil transitar el camino de la pureza y la dignidad. ¡Tengamos cuidado! La Palabra de Dios dice: «Entren por la puerta estrecha. Porque es ancha la puerta y espacioso el camino que conduce a la destrucción, y muchos entran por ella» (Mat. 7:13).
Dios nos llama a transitar por caminos rectos. Nosotras, por la posición que ocupamos en nuestros hogares, somos la guía para los que vienen caminando detrás, por eso hemos de ser muy cuidadosas al elegir por qué camino andaremos. No vendas tu honestidad para parecer moderna. No cambies tu sencillez por la frivolidad de tantas mujeres que quieren parecer liberadas. No abandones la senda del dominio propio al enfrentarte a los varones en una lucha egoísta y sin motivos válidos. Recuerda que a nosotras nos ha diseñado nuestro Padre con ciertas características peculiares, para desempeñar una función diferente a la de los hombres. No quieras tratar de imitar al sexo opuesto. Si el Señor hubiese querido que desempeñáramos las mismas funciones, ¿para qué crear dos seres distintos?
Ahora bien, no te canses de caminar por la senda del sacrificio para conducir a tus hijos hasta las puertas mismas de la patria celestial. Continúa en el camino de la fidelidad y haz de Dios tu compañero de viaje. Sigue con decisión por el camino de la abnegación hasta recibir la corona de la vida eterna. Recuerda el consejo del salmista: «Encomienda al Señor tu camino; confía en él, y él actuará» (Sal. 37: 5).
Si hoy alguien o algo te hace pensar que puedes tomar un atajo, considera que «hay caminos que al hombre le parecen rectos, pero que acaban por ser caminos de muerte» (Prov. 16:25). La senda recta fue marcada con la sangre de Cristo Jesús camino al Gólgota. ¡Síguela!
Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado
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