También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas, que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró. Mateo 13:45,46.
Al comparar el reino de los cielos con una perla, Cristo deseaba conducir a cada alma a apreciar tal perla sobre todo lo demás. La posesión de la perla, que representa la posesión de un Salvador personal, es el símbolo de la verdadera riqueza. Es un tesoro por encima de cualquier tesoro terrenal.
Cristo está listo para recibir a todos los que llegan a él con sinceridad... Él es nuestra única esperanza. Él es nuestro alfa y omega. Es nuestro sol y nuestro escudo, nuestra sabiduría, nuestra santificación, nuestra justicia. Solamente por su poder nuestros corazones pueden ser mantenidos todos los días en el amor de Dios...
En una ocasión, Cristo les advirtió a sus discípulos que tuviesen cuidado de cómo echaban sus perlas ante los que no tenían el discernimiento para apreciar su valor... "No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen" (Mat. 7:6)...
Cuando las personas se muestran duras, incapaces de apreciar la perla de gran precio, cuando tratan deshonestamente con Dios y con los demás, cuando muestran que el fruto que llevan es el fruto del árbol prohibido, tenga cuidado de que al conectarse con ellas usted pierda su conexión con Dios...
La verdad como es en Jesús nos coloca en lo correcto y nos mantiene así. La verdad es un ancla para el alma, segura y firme. Pero la verdad no es verdad para quienes no la obedecen. Cuando los hombres y las mujeres se van separando de los principios de la verdad, siempre traicionan un compromiso sagrado. Que cada alma, sea cual fuere su esfera de acción, se asegure de que la verdad es implantada en el corazón por el poder del Espíritu de Dios. A menos que esto sea cierto, los que predican la Palabra traicionarán compromisos santos. Los médicos harán un naufragio de la fe. Los abogados, jueces, senadores se corromperán y cederán al soborno, y se permitirán ser comprados y vendidos. Los que no caminan en la luz como Cristo está en la luz, son líderes ciegos de los ciegos. "Nubes sin agua, llevadas de acá para allá por los vientos; árboles otoñales, sin fruto, dos veces muertos y desarraigados" (Jud. 1:12).— Review and Herald, 1 de agosto de 1899.
Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White
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