viernes, 26 de abril de 2013

SEÑALES DE ADVERTENCIA

El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él es Señor del cielo y de la tierra [...], él es quien da a todos la vida, el aliento y todas las cosas [...]. En verdad, él no está lejos de ninguno de nosotros, «puesto que en él vivimos, nos movemos y existimos». Hechos 17:24-28.

Yo no sé prácticamente nada acerca de motores de automóviles, por eso sigo al pie de la letra el consejo del mecánico: «Cuando se encienda una luz en el salpicadero del auto, es señal de que algo anda mal. ¡Acuda pronto al taller!». Seguir este consejo me ha librado de sufrir muchos percances, como incurrir en gastos que no tenía contemplados o sufrir contratiempos en mis viajes.
Quizás podamos aplicar este mismo principio a nuestra vida cristiana. De vez en cuando se encienden luces de advertencia en nuestros tableros, que nos indican cómo está nuestro nivel de intimidad con Dios. Cuando perdemos el deseo de comunicarnos con el Padre celestial por medio de la oración; cuando ya no buscamos con tanta frecuencia conocer su voluntad por medio de la lectura de su Palabra; cuando la duda comienza a hacer mella en nuestra mente y sentimos que los mandatos divinos se han convertido en cargas para nosotras, ¡estamos en peligro!
Presta atención a las luces de advertencia. Si estas señales que se encienden en nuestra conciencia no son atendidas de inmediato, estamos en peligro de muerte espiritual. ¿Por qué? Porque poco a poco nos vamos volviendo insensibles al llamado del Espíritu Santo, lo que nos pone a merced de Satanás. No debemos tomar livianamente estas señales, no podemos pasarlas por alto, no es bueno ignorarlas, pues entonces ponemos en juego nuestra salvación. Seríamos una influencia negativa para los más débiles e iríamos camino de nuestra propia destrucción.
No permitamos que los afanes de nuestra vida cotidiana se vuelvan tan absorbentes que descuidemos nuestros ejercicios devocionales, los cuales nos llevan a desarrollar una necesaria intimidad con el Padre, y proveen salud y bienestar a la mente y al espíritu.
Amiga, si al leer esta reflexión te das cuenta de que una o más de las señales de advertencia de tu vida está encendida, acude al taller del Señor y permite que repare lo que está mal. Sigue al pie de la letra sus instrucciones y, en adelante, dale el mejor mantenimiento posible para que todos los niveles estén bien.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

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