Como llama divina es el fuego ardiente del amor. Ni las muchas aguas pueden apagarlo, ni los ríos pueden extinguirlo. Si alguien ofreciera todas sus riquezas a cambio del amor, solo conseguiría el desprecio (Cantares 8: 6, 7).
El amor conyugal es eterno, en el sentido en que dura mientras ambos cónyuges vivan o «hasta que la muerte los separe». Es lo que dice el voto matrimonial. Pero nuestro texto de hoy dice que el amor «es una llama divina» que ni las muchas aguas, ni los ríos, ni la muerte, pueden apagar.
El amor de los esposos cristianos que se aman profundamente en este mundo, y que desean que ese amor y esa relación se prolonguen en la tierra nueva, es un gran misterio. Pero José Manuel Rey, profesor del Departamento de Análisis Económico de la Universidad Complutense de Madrid, elaboró un modelo basado en la segunda ley de la termodinámica y unas ecuaciones de control del ámbito de la ingeniería para decir que el amor eterno no existe.
Para ilustrar su teoría dice: «En el mundo de la física, un recipiente que está caliente tiende a enfriarse de manera espontánea si nadie lo mantiene con calor; con las relaciones pasa lo mismo, hay que cuidarlas». En realidad, lo que dice es que no existe el amor eterno si no se hacen esfuerzos serios y sostenidos para mantenerlo vivo. Dice textualmente: «Mantener el amor a largo plazo es algo muy costoso y, con excepciones, casi imposible».
Los estudiosos y terapeutas están de acuerdo en la existencia de una especie de segunda ley de la termodinámica de las relaciones sentimentales. «Se necesita de esfuerzo para mantener la relación, pues el amor no es suficiente», asegura Rey en su artículo publicado en la revista de investigación PLUS ONE.
Siempre hemos sabido esto, pero el mérito de José Manuel Rey es que comprobó matemáticamente lo que les ocurre a las parejas. Para conocer cómo tiene que ser el esfuerzo para mantener la relación, centró su estudio más allá de la etapa de enamoramiento, en matrimonios que decidieron compartir su vida hasta que la muerte los separe aplicando la teoría del control óptimo.
Dice que ha de ser «paso a paso». Lo primero que se descubre es el patrón de cada pareja; es decir, cómo llevan su vida cotidiana en pareja: si se acompañan, si se dedican tiempo, si se muestran afecto. Después se analiza hasta qué punto están dispuestos a esforzarse por mantener la relación. «Cuando uno se esfuerza menos, hay una inercia a la dejadez».
Cultiva el amor eterno en tu vida; así, cuando te cases, tu matrimonio no perderá el calor.
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez
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