Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres... porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra. Apocalipsis 5:9,10.
Dios ha puesto su confianza en nosotros al hacernos mayordomos de recursos y de su rica gracia; y ahora nos señala a los pobres y los sufrientes y los oprimidos, a las almas presas en cadenas de superstición y error y nos asegura que si les hacemos bien, él aceptará la obra como si se la hubiéramos hecho a él mismo. "En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños", declara él, "a mí lo hicisteis" (Mat. 25:40).
Los pobres no están excluidos del privilegio de dar. Ellos, tanto como los ricos, pueden tener una parte en esta obra. La lección que Cristo dio acerca de las dos blancas de la viuda muestra que la más pequeña ofrenda voluntaria de los pobres, si proviene de un corazón de amor, es tan aceptable como las mayores donaciones de los ricos...
Cada mayordomo sabio de los bienes confiados a él, entrará en el gozo de su Señor. ¿Qué es este gozo? "Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente" (Luc. 15:10). Habrá una bendita alabanza, una santa bendición, para los fieles ganadores de almas. Se unirán a los que se regocijan en el cielo, que dan la bienvenida a la cosecha cuando esta entra al hogar. Cuán grande será el gozo cuando los redimidos del Señor se reúnan en las mansiones preparadas para ellos. ¡Oh, qué gozo para todos los que hayan sido obreros imparciales y abnegados juntamente con Dios en la tarea de promover su obra aquí en la tierra! Qué satisfacción tendrá cada segador cuando la voz clara y musical de Jesús diga: "Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo" (Mat. 25:34)...
Con corazones gozosos, los que han sido colaboradores con Dios ven el trabajo de su alma en favor de los pecadores destinados a perecer y morir... La abnegación que practicaron a fin de sostener la obra ya no es más recordada. Cuando contemplan las almas que procuraron ganar para Jesús, y las ven salvadas, salvadas eternamente como monumentos a la misericordia de Dios y al amor del Redentor, hacen resonar en las bóvedas celestes exclamaciones de alabanza y agradecimiento.— Review and Herald, 10 de octubre de 1907.
Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White
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