miércoles, 10 de julio de 2013

CONSAGRACIÓN Y SACRIFICIO – 2

Pero una viuda pobre llegó y echó dos moneditas de muy poco valor (Marcos 12:42).

Una mañana, los obreros y los misioneros que vivían en el conglomerado de edificios de la misión se despertaron a causa de un ruido extraño: mugido de vacas, balido de ovejas y el cencerro de las cabras. ¿Qué sucedía? Cuando el presidente de la misión adventista, el pastor L. Mubonenwa, salió corriendo a ver lo que pasaba, se encontró con docenas de miembros de la iglesia que lo rodearon. Las mujeres tenían cestas en la cabeza llenas de gallinas, patos y pavos. Los hombres y los niños habían traído un rebaño de ganado a la misión. ¿Qué significaba todo aquello?
Semanas antes el pastor Mubonenwa había escuchado hablar del nuevo concepto de evangelización vía satélite. Pronto reunió a la iglesia. Explicó que gracias a ese método las reuniones de evangelización que se celebraran en Soweto podrían verse y oírse en la región de Caprivi, que estaba a 1.500 kilómetros de distancia.
En aquella aislada tierra fronteriza con Botswana, Zambia y Namibia, la gente vive una vida muy sencilla, seminómada. La prosperidad se mide por la cantidad de animales que las familias poseen.
Cuando los miembros de la iglesia se enteraron del método especial de evangelización decidieron participar aunque no tenían la menor idea de cómo funcionaba. “¿Cuánto va a costar?”, preguntó alguien. El presidente de la misión les dijo el costo y todos guardaron silencio. ¡Imposible! Los miembros no tenían dinero. No tenían vehículos que pudieran vender o casas que hipotecar, ni bancos para pedir un préstamo. Un gesto de desesperación se vio en todo el grupo. Deseaban con todo su corazón participar en la evangelización vía satélite de Sudáfrica, pero era Imposible. Hicieron algunas preguntas. Formularon algunas quejas. No había solución.
El sol empezó a ocultarse. Nuestros hermanos regresaron a sus hogares. De repente se halló la solución, la cual se esparció por todo el valle: podían vender todos los animales.
Así que al día siguiente, casi de madrugada, pequeños grupos de personas comenzaron a caminar rumbo a la misión. Llevaron su ofrenda. “Pastor”, le dijeron, “sabemos de la evangelización desde el cielo. No tenemos dinero para comprar el equipo. Por favor tome nuestros animales y véndalos para comprarlo. No queremos perder esta oportunidad de utilizar este nuevo programa de la iglesia”.
El mismo sacrificio que hicieron los macedonios. El mismo sacrificio de siempre. Únete al espíritu de sacrificio. Como la viuda, nunca te arrepentirás

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

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