sábado, 3 de agosto de 2013

UN PUEBLO SIN PREPARACIÓN

Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Mateo 1:21.

La nación judía había corrompido su religión con ceremonias y costumbres inútiles… También, se encontraba bajo el yugo de los romanos, y se les requería que les pagaran tributos. Los judíos no aceptaban su yugo, y anticipaban el triunfo de su nación por medio del Mesías, el poderoso libertador, predicho en la profecía… Pensaban que el que vendría asumiría honores reales, y por la fuerza de las armas sometería a los opresores y tomaría el trono de David.
Si hubieran estudiado las profecías con mentes humildes y discernimiento espiritual, no hubieran cometido el tremendo error de ignorar las profecías que señalaban que su primer advenimiento sería con humildad, y aplicar mal las que hablaban de su segunda venida con poder y gran gloria… No podían distinguir entre aquellas profecías que se referían al primer advenimiento de Cristo y aquellas que describían su segunda aparición gloriosa. Buscaron en su primer advenimiento el poder y la gloria descritos por los profetas respecto de su segundo advenimiento…
Cuando se cumplió el tiempo, Cristo nació en un establo y fue acunado en un pesebre, rodeado por las bestias del establo… Su divina gloria y majestad fueron veladas por la humanidad, y los ángeles anunciaron su advenimiento.
Las noticias de su nacimiento fueron llevadas con gozo a las cortes celestiales, mientras que los grandes de la tierra las desconocían… Buscaban un príncipe poderoso que había de reinar sobre el trono de David, y cuyo reino duraría para siempre. Sus ideas orgullosas y elevadas sobre la venida del Mesías no estaban de acuerdo con las profecías que profesaban ser capaces de exponer ante el pueblo…
En el cielo se entendía que había llegado el tiempo para el advenimiento de Cristo al mundo, y los ángeles dejaron la gloria con el fin de presenciar la recepción que le darían aquellos a quienes él vino a bendecir y a salvar. Habían presenciado su gloria en el cielo, y anticipaban que sería recibido con honor; de acuerdo con su carácter y la dignidad de su misión… Los ángeles del cielo contemplaron con asombro la indiferencia del pueblo y su ignorancia respecto del advenimiento del Príncipe de la vida -Review and Herald, 17 de diciembre de 1872.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White

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