Tu Oración: Gracias, Dios, por el agua que me das para beber. Ayúdame a cuidarla.
Versículo para hoy: “Tú haces que los manantiales viertan sus aguas en las cañadas”. Salmos 104:10.
El agua que Dios puso en los ríos, lagos y cascadas es dulce; el agua que está en el mar es salada. ¿Sabías que en el mar hay más agua que en cualquier otro lugar? En comparación, es muy poca el agua que hay para que nos bañemos, cocinemos y bebamos.
Es imposible usar el agua del mar en nuestras casas. ¿Sabes por qué? Porque tiene mucha más sal de la que necesitamos. Nuestro cuerpo no la resistiría, y enfermaríamos. Por eso, es necesario cuidar la deliciosa agua dulce que Dios nos dio.
Un poquito de ciencia
Vas a necesitar un poco de sal, un vaso grande con agua, un recipiente para hacer cubos de hielo, una cuchara y algo de tinta o pintura para acuarela, de cualquier color.
Mezcla la tinta o pintura con el agua del vaso y viértela en el recipiente para hacer cubos de hielo. Luego, mételo en el congelador o frízer, y espera a que se formen los cubos. Llena el vaso otra vez, con agua del grifo. Agrega tres cucharadas de sal y agita vigorosamente. Cuando los cubos de hielo estén listos, saca uno y colócalo en la superficie del agua del vaso. Espera unos segundos.
¿Te diste cuenta que el cubo de hielo que pusiste en el agua, al derretirse, no se mezcló sino que se quedó en la superficie del agua salada? Esto se debe a que el agua salada pesa más, por la gran cantidad de sal que tiene.
Devoción matutina para niños pequeños 2016
Pequeños científicos de Dios
Por: Cesia Alvarado Zemleduch
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