“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; todas son hechas nuevas”. 2 Corintios 5:17
Con tantas buenas noticias sobre el hecho de que Dios acepte a los elegidos tal como son (incluso lo cantamos: “Tal como soy”), nos rodee con su gracia, nos emancipe, nos absuelva y nos perdone, y de que nos introduzca en su árbol genealógico, ¿concluiremos que, cuando nos llama a acudir tal como somos, permanecemos tal como somos?
Alister McGrath, científico inglés luego teólogo, cuenta que, durante sus dos años de estudio en la Universidad de Cambridge solía caminar hasta la cercana capilla del King’s College. Allí, en la silenciosa magnificencia del santuario, descansaba su mente y refrescaba su alma. Había en la capilla un viejo cuadro colgado, obra de un maestro, que McGrath se detenía a menudo a contemplar. Un día un manifestante, deseando transmitir cierto posicionamiento político, se acercó a aquel cuadro, sacó una navaja y rajó el lienzo. Varios días después, cuando Alister volvió a la capilla, descubrió que habían puesto una nota junto al cuadro echado a perder: “Se cree que esta obra maestra puede ser restaurada” (Justification by Faith, p. 18).
Hubo una vez, hace mucho tiempo, en que toda la raza humana se perdió, rajada por un ángel caído enloquecido y demente. Pero unos días después, fuera del huerto del Edén, vedado y cercado, Alguien puso una nota: “Se cree que esta obra maestra puede ser restaurada”.
Es la verdad del evangelio eterno. Porque cuando Dios elige a un hombre o a una mujer, o incluso a una comunidad, y los llama a él y a su salvación, no es solo en aras de la redención, sino también en aras de la restauración.
“Si alguno está en Cristo, nueva criatura es” promete nuestro texto de hoy. Sí, la absolución y la emancipación divinas son instantáneas, pero la obra divina de restaurar la creación y obra maestra humana original es, verdaderamente, la obra de toda una vida, día tras día, noche tras noche.
Sí, acudimos tal como somos. Pero, no, no permanecemos tal como somos. Porque en Cristo hay en marcha una nueva creación. Y por eso tenemos esta esperanza: “estando persuadido [s] de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Fil. 1:6).
Tomado de Lecturas devocionales para Adultos 2016
EL SUEÑO DE DIOS PARA TI
Por: Dwight K. Nelson
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