Nada grande se ha conquistado nunca sin entusiasmo. Ralph Emerson
Según una encuesta* entre miembros de una iglesia de los Estados Unidos:
el 20% nunca oraban.
el 25% nunca leían la Biblia.
el 30% no asistían a la iglesia.
el 50% no iban a la Escuela Sabática.
el 80% nunca asistían a las reuniones de oración.
el 90% no tenían el hábito de hacer el culto en sus casas.
el 95% nunca llevaron una sola alma a los pies de Cristo.
¡Sin embargo, el cien por ciento estaban convencidos de que irían al cielo!
Vivas en los Estados Unidos, Europa o Latinoamérica, lo más probable es que la realidad de tu iglesia sea muy similar. Siendo así las cosas, parece que nos estamos apoyando en una esperanza falsa, tal vez en nuestro propio corazón, olvidando que “engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso” (Jer. 17:9, RV95). Todo indica que nos estamos autoengañando, y solo hay un modo de salir de ese engaño: escudriñándonos a fondo. Pero para que nuestro escrutinio interior sea efectivo, hemos de pedir ayuda al único que escudriña la mente y prueba el corazón (Jer. 17:10).
Y “esto dice el Amén, el testigo fiel y veraz, el soberano de la creación de Dios: Conozco tus obras; sé que no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras lo uno o lo otro! Por tanto, como no eres ni frío ni caliente, sino tibio, estoy por vomitarte de mi boca. Dices: ‘Soy rico; me he enriquecido y no me hace falta nada’; pero no te das cuenta de que el infeliz y miserable, el pobre, ciego y desnudo eres tú. Por eso te aconsejo que de mí compres oro refinado por el fuego, para que te hagas rico; ropas blancas para que te vistas y cubras tu vergonzosa desnudez; y colirio para que te lo pongas en los ojos y recobres la vista” (Apoc. 3:14-18, RV95).
A pesar del tiempo que lleva este mensaje golpeando en nuestros oídos, leyendo estadísticas como la anterior no puedo sino concluir que no nos hemos dado por enterados. A nadie le gusta que lo reprendan, a mí menos que a nadie, pero no está de más que recordemos, en un día como hoy, el mensaje casi olvidado que Dios, quien reprende y disciplina a todos los que ama, nos está repitiendo: “Sé fervoroso y vuélvete a Dios” (Apoc. 3:19). Deja la apatía en tu vida cristiana y pídele a Dios entusiasmo cada día.
* Doug Batchelor, “Be Zealous” [Sé celoso], 19 de enero de 2012, www.amazingfacts.org.
“Sé fervoroso y vuélvete a Dios” (Apoc. 3:19).
Tomado de Lecturas Devocionales para Damas 2016
ANTE TODO, CRISTIANA
Por: Mónica Díaz
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