“Queridos hijos, apártense de los ídolos” (1 Juan 5:21, NVI).
Uno de los libros más interesantes y divertidos que he leído lleva un título muy irreverente, que seguramente captará tu atención: Cartas del diablo a su sobrino. Con el humor y el sentido común que lo caracteriza, el autor de esta obra, C. S. Lewis, hace alusión a una serie de cartas que Escrutopo, un demonio con mucha experiencia, le envía al joven demonio Orugario, para enseñarle a tentar y derrotar a los más jovencitos. Según Escrutopo, todo tentador debe saber que los seres humanos son “esclavos de lo ordinario”. ¿Será cierto? Bueno, fíjate que nosotros somos esclavos de cosas tan comunes y pasajeras como la comida, Internet, los deportes, la música, los juegos de video o la moda.
A fin de confirmar lo que ha dicho, Escrutopo cuenta su experiencia con un individuo que no creía en Dios. Un día el ateo comenzó a leer un libro que presentaba pruebas irrefutables de la existencia de Dios, lo cual hizo que el hombre comenzara a dudar de su ateísmo. Entonces el experimentado demonio trazó un plan para impedir que su súbdito siguiera leyendo el libro. ¿Qué hizo el demonio? Creó las condiciones precisas para que el hombre dejara de leer en ese instante y saliera a buscar comida. Y lo logró. El hombre no siguió leyendo y continuó atrapado en las garras demoníacas de Escrutopo. Ese señor era esclavo de la comida. ¿No te recuerda esto a la experiencia de Esaú, que cambió la bendición de Dios por un plato de lentejas? (ver Génesis 25:31-33).
¿Y tú? ¿Eres esclavo de algo tan común como un plato de comida? Satanás no planificará tu destrucción enviándote una legión de demonios que hieden a azufre. Su plan es sencillo: mantenerte atado a los (dolos ordinarios que tu propio corazón ha ma- nufacturado. Calvino, uno de los padres de la Reforma, dijo acertadamente que “el corazón humano es una fábrica de ídolos”.
Considero oportuno que durante este día pongamos en práctica el consejo de Juan: “Queridos hijos, apártense de los ídolos” (1 Juan 5:21, NVI). ¿Cómo lo harás tú? Te recuerdo que para vencer esos pequeños ídolos ordinarios necesitas la ayuda de un poder extraordinario: el Espíritu Santo. ¿Te gustaría recibir ese poder?
Lecturas devocionales para Jóvenes 2016
“VISITA MI MURO, 366 MENSAJES QUE INSPIRAN”
Por: J. Vladimir Polanco
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