‘Después de esto vi otro ángel que descendía del cielo con gran poder, y la tierra fue alumbrada con su gloria’’. Apocalipsis 18:1
¿Te gustan los rompecabezas? Para mí, montar una escena de la naturaleza es un pasatiempo muy relajante. Pero, a decir verdad, mi paciencia llega al límite con 750 piezas. ¡Meter mil piezas revueltas al azar en una caja es decir adiós a los momentos de relax!
Así que montemos aquí mismo, entre todos, un simple rompecabezas de siete piezas. ¿Por qué? Porque de esas siete piezas surge una agenda irresistible de oración que los elegidos deben adoptar.
La primera pieza del rompecabezas es nuestro texto de hoy. En el Apocalipsis abundan los ángeles, ¿te has fijado? La mayoría recordamos a los tres ángeles de Apocalipsis 14. Pero aquí hay un cuarto ángel que, como un rayo de luz deslumbrante, desciende del cielo a la tierra cerca del tiempo final. (Sabemos que es cerca del fin, porque tres versículos después se oye una voz del cielo que clama: “¡Salid de ella, pueblo mío, para que no […] recibáis parte de sus plagas!” [Apoc. 18:4]). Así que, inmediatamente antes del fin, un cuarto ángel, con gran autoridad, incendia de gloria la tierra. ¿De quién es la gloria? ¿De él? Más bien no.
Los eruditos coinciden en que prácticamente todas las expresiones del Apocalipsis están tomadas del Antiguo Testamento. La clave para descifrar esta pieza del rompecabezas es Ezequiel 43:2: “Y vi que la gloria del Dios de Israel venía del oriente. Su sonido era como el sonido de muchas aguas, y la tierra resplandecía a causa de su gloria”. Está claro que Juan está citando este texto. Juntamos los dos y sabemos de quién es la gloria que llena la tierra en el tiempo del fin. Es la gloria de Dios, que surge del oriente como el sol. “Mas para vosotros, los que teméis mi nombre, nacerá el sol de justicia y en sus alas traerá salvación” (Mal. 4:2). ¿Quién supones que es ese sol? ¿Quién declaró “Yo soy la luz del mundo” (Juan 8:12; 9:5)? ¿A quién describió Juan diciendo que “su rostro era como el sol cuando resplandece con toda su fuerza” (Apoc. 1:16)?
Dejando que la Biblia se interprete a sí misma, la primera pieza del rompecabezas describe de forma gráfica el derramamiento de la gloria de Jesús sobre la última generación de la tierra, un último avivamiento global. Sin embargo, con Jesús ahora ligado a la humanidad con un cuerpo como el nuestro, ¿cómo podría derramarse a sí mismo? “El me glorificará” (Juan 16:14). ¿Quién? El poderoso Espíritu Santo, el Ser más cristocéntrico del universo. Cuando se derrama el Espíritu, la gloria de Jesús se esparce por doquier. No es de extrañar que hayamos de rogar “por el Espíritu Santo” (Palabras de vida del gran Maestro, p. 113). ¡No es de extrañar que esta solicitud de oración deba encabezar nuestra lista!
Tomado de Lecturas devocionales para Adultos 2016
EL SUEÑO DE DIOS PARA TI
Por: Dwight K. Nelson
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