miércoles, 2 de marzo de 2016

RECURRIR A MIGUEL

“Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero Miguel […] vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia’’. Daniel 10:12, 13

¿Quién es miguel? Melanchthon, brillante colega de Lutero en la Reforma, llegó a la conclusión de que Miguel es el nombre apocalíptico nada más y nada menos que del propio Cristo (ver Jud. 9; 1 Tes. 4:16; Juan 5:28). Y yo estoy de acuerdo. Porque Cristo siempre ha sido el intermediario divino entre la Divinidad y la creación: para los seres humanos, el Emanuel (“Dios con nosotros”), y para los ángeles es el arcángel Miguel (“El que es como Dios”). Su nombre únicamente aparece en literatura apocalíptica (Daniel, Judas, Apocalipsis) cuando hay una batalla entre las fuerzas de la luz y las tinieblas. Y siempre que aparece ¡gana!
Lo que, interpretado, quiere decir que, dada la hora de la historia y la intensidad de la guerra a la que sobrevivimos ahora, ¿puedes pensar en un momento más crítico para que recurramos al Señor Jesús? ¡Y no solo durante dos minutos al día! ¿Cómo podríamos llegar a engañarnos pensando que se pueda sobrevivir a este conflicto espiritual con una lectura de dos minutos a la carrera de material religioso de uso diario programado? Por favor, no me malinterpretes. Obviamente, estoy a favor de libros religiosos de uso diario programado como este. Pero el quid ineludible está en que vivimos en tiempos sin precedente. La Tierra está literalmente descosiéndose por sus costuras. Si alguna vez fue preciso que apartáramos períodos más prolongados para el culto, el estudio y la oración personales, ¿no seria ahora el momento? No estoy sugiriendo que todos nos embarquemos en veintiún días de ayuno de manjares y de privación del baño como hizo Daniel (ver Dan. 10:3) -sin duda, podríamos vivir sin postres, pero no sin las duchas-, pero, en serio, ¿no deberíamos encontrar cada vez más tiempo para estar a solas con Dios y su Palabra?
¿Puedes imaginarte lanzarse a la batalla sin comunicación alguna con tu comandante o procedente del mismo? Entonces no podemos, no debemos, salir corriendo de nuestro hogar, de nuestra habitación, sin estar a solas con Jesús. “Vivimos en el período más solemne de la historia de este mundo. La suerte de las innumerables multitudes que pueblan la tierra está por decidirse. [… ] Necesitamos humillarnos ante el Señor, ayunar, orar y meditar mucho en su Palabra […]. Debemos tratar de adquirir actualmente una experiencia profunda y viva en las cosas de Dios, sin perder un solo instante” (El conflicto de los siglos, cap. 38, p. 586). Teniendo eso en cuenta, ¿pedirás ayuda a Miguel de forma cotidiana?

Tomado de Lecturas devocionales para Adultos 2016
EL SUEÑO DE DIOS PARA TI
Por: Dwight K. Nelson
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