Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto. Éxodo 12:13.
Moisés les dijo a los israelitas exactamente cómo prepararse para la última plaga y su última noche en Egipto.
El décimo día del mes, cada familia hebrea o grupo pequeño de familias iba a elegir un cordero de su rebaño. No debía tener más de un año y, absolutamente, no debía tener marcas o manchas. El día decimocuarto, en algún momento entre las tres de la tarde y la puesta de sol, debían matar al cordero, y esparcir su sangre en los marcos de las puertas y sobre la parte de arriba de ellas. Para hacerlo, debían usar una rama de planta de hisopo de color gris verdoso. Después, tenían que asar el cordero y comerlo todo con hierbas amargas y pan sin leudar.
Esta no era una comida común. Las familias no iban a sentados relajadamente, sino de pie, y con sus zapatos puestos y sus bastones en la mano, listos para huir de Egipto. De ahora en adelante, se conocería esta ceremonia como la Pascua. Fue un momento tan sagrado para los israelitas que comenzaron a contarlo como su año nuevo.
La Pascua no solo ayudó a los israelitas a recordar su liberación de Egipto, sino también señalaba hacia adelante, al momento cuando Jesús moriría por el mundo como el Cordero de Dios. Todo lo que tenía que ver con la Pascua era significativo.
El hisopo era un símbolo de limpieza. Y, así como la sangre que simbolizaba la salvación de los israelitas tenía que ser esparcida alrededor de la puerta, la sangre derramada de Jesús, que nos limpia y nos salva del pecado, debe ser aplicada en la puerta de nuestros corazones.
Del mismo modo en que los israelitas debían comer el cordero de Pascua, que llegaba a ser parte de sus cuerpos, vamos a asimilar la Palabra de Dios en nuestras mentes, a fin de que todo lo que Dios diga sea parte de nuestra vida.
Las hierbas amargas se comían para recordarles a los israelitas su amarga experiencia de esclavitud.
Cuando realmente tenemos a Jesús en nuestra vida, habrá un amargo recordatorio de que el pecado es realmente una esclavitud.
Como la levadura se propaga tan fácilmente, representaba la manera en que se propaga el pecado, y comer pan sin leudar mostraba que los hábitos pecaminosos deben ser apartados a fin de continuar viviendo para Dios.
Tomado de devoción matutina para menores 2016
¡GENIAL! Dios tiene un plan para ti
Por: Jan S. Doward
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