La cortesía es el aceite que suaviza los frotamientos inevitables de la máquina social. Rafael Barrett
Narayan Tllak pertenecía a la casta de los brahmanes, la más alta de la India. Había sido educado en un entorno hostil al cristianismo. De hecho, se declaraba enemigo de Jesús y de sus seguidores, a pesar de que nunca había leído una sola página de la Biblia ni había oído ninguna predicación cristiana.
Cuando el rey del estado de Rajnandgaon le pidió que fuera profesor y funcionario de su gobierno, Narayan se subió en el primer tren. Entró en el compartimento y se dio cuenta de que había un inglés allí. “Oh, no -pensó-, voy a tener problemas. No está permitido que un indio se siente con un inglés. Si me denuncia, caeré en desgracia”. Pero el europeo le sonrió, le dio la bienvenida y se hizo a un lado para dejarle espacio. “Este europeo tiene modales” pensó Narayan, y comenzaron a conversar.
Cuando supo que Narayan era profesor, el inglés le preguntó su opinión sobre un poema en sánscrito. “¿Será posible que a este extranjero le interese nuestra poesía? -pensó Narayan- De verdad parece un hombre diferente”. Pasaron de la poesía a la filosofía y después a temas espirituales.
Narayan pidió que le dijera cosas que Jesús hubiera dicho. “Ama a tus enemigos”. “Haz bien a los que te hacen mal…” Finalmente el hombre le regaló un ejemplar del Nuevo Testamento. Narayan prometió leerlo. Y lo leyó. Y se convirtió. Y perdió su casta. Y perdió su esposa y a su hijo. Y perdió su trabajo. Lo perdió todo. Pero en todo momento se sintió consolado por el Señor. Narayan compuso varios himnos y escribió un libro con su testimonio.*
Nunca se podrá insistir lo suficiente ni exagerar demasiado el valor del testimonio cristiano. La cortesía, la bondad, la generosidad, la falta de egoísmo, la integridad, la rectitud… convierten corazones ajenos y el nuestro propio. Cada acto de amor y desinterés profundiza más y más en nosotras nuestro convencimiento de su eficacia y de la obra del Espíritu Santo. Considera tu testimonio ahí donde vives, quizá puedas derribar prejuicios y cambiar vidas si permites que los frutos del Espíritu hagan mella en ti.
*Ron y Dorothy Watts, Powerful Passages [Pasajes bíblicos poderosos] (Idaho: Pacific Press, 1996), pp. 65-69.
“El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley” (Gál. 5:22, 23, RV95).
“Todo lo que no se hace con la convicción que da la fe, es pecado” (Rom. 14:23).
Tomado de Lecturas Devocionales para Damas 2016
ANTE TODO, CRISTIANA
Por: Mónica Díaz
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