“Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. […] Sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores departo hasta ahora’’. Romanos 8:19-22
Paul Hawken, en Blessed Unrest, cuenta una vieja enseñanza rabínica en el sentido de que si oímos que se acaba el mundo y que viene el Mesías, debemos en primer lugar plantar un árbol y luego ir a determinar si la historia es verdad o no. Para los adventistas del séptimo día, que defendemos el memorial de la creación de Dios y que esperamos el regreso del Creador, plantar un árbol no es tan mala idea, ¿verdad?
Nuestro texto nos recuerda que nuestra creación, desde hace milenios, viene sufriendo profundamente bajo los efectos de nuestra rebelión. ¿Te puedes imaginar el anhelo latente dentro del mundo natural de la liberación prometida? Pero, hasta entonces, ¿cómo hemos de vivir los observadores del sábado?
Podríamos empezar comiendo saludablemente. Efectivamente, el vegetarianismo disminuiría el número de animales criados y sacrificados para el consumo y, así, reduciría la quinta parte de gases de efecto invernadero en nuestro planeta que produce el ganado. Podemos apagar las luces de las habitaciones de las que salimos. Podríamos inflar nuestros neumáticos y ahorrar, según dicen algunos, aproximadamente 7.600 millones de litros de gasolina al año. Podríamos acortar nuestras duchas dos minutos, ahorrando 45 litros de agua. Podríamos reciclar. Podríamos salvar algunos árboles no pidiendo recibos en los cajeros automáticos ni en los surtidores de combustible, ahorrando lo que se calcula que son 279 millones de metros cuadrados de papel. Podríamos usar nuestros propios termos y dejar de beber agua embotellada, dado que una botella de un litro requiere cinco litros de agua para enfriar el plástico, ¡lo que resulta en seis litros de agua por cada botella!
Hay listas de maneras de vivir “verde” o amistosas con el medio ambiente (como las de Ashleigh Burnette, del Student Movement aquí en la universidad) por toda Internet, y puedes crearte las tuyas.
¿El sentido de todo esto? Como amigos de Jesús, adoradores del Creador, observadores del sábado y conservadores de la naturaleza, ¿no deberíamos estar en la vanguardia de la conservación ecológica y del cuidado y la protección medioambientales? A decir verdad, hubo una vez en que el propio Dios plantó un árbol para salvar a su creación. “A la muerte de Cristo debemos aun esta vida terrenal. El pan [nuestra tierra de labranza] que comemos ha sido comprado por su cuerpo quebrantado. El agua [nuestros ríos y arroyos] que bebemos ha sido comprada por su sangre derramada. [… ] La cruz del Calvario está estampada en cada pan. Está reflejada en cada manantial” (El Deseado de todas las gentes, cap. 72, p. 630). Dado el coste infinito de plantar ese árbol, debemos unirnos a él en la salvación de su creación.
Tomado de Lecturas devocionales para Adultos 2016
EL SUEÑO DE DIOS PARA TI
Por: Dwight K. Nelson
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