Los alumnos deben parecerse a su maestro. Jesús
¿Has oído alguna vez la expresión “deformación profesional”? Es la tendencia a ver las cosas desde el punto de vista de tu profesión, es decir, permitir que la forma de pensar que has desarrollado para ser buena en tu trabajo condicione tu forma de pensar fuera del trabajo. Todos tenemos algo de eso. Por ejemplo, yo soy editora, es decir, me pagan por corregir lo que otros escriben. Vivo buscando detalles susceptibles de error y a veces llevo eso de corregir a los demás a mi vida personal.
Como madres, esposas, dirigentes de iglesia o amigas corremos el riesgo de llevar nuestra “deformación profesional” demasiado lejos. Me viene a la memoria el caso de una madre que estaba ayudando a su hijo de seis años con sus tareas. El pequeño le entregó una redacción que acababa de escribir y le pidió que la leyera. Ella, que era maestra, la leyó con un bolígrafo rojo en la mano. A medida que leía, iba corrigiendo y cuando terminó, entregó el papel a su hijo. Entre lágrimas, el niño dijo: “¡No quería que lo corrigieras, solo que te gustara!”
Así como esta madre aplicó su defecto profesional a su hijo, a veces nosotras hacemos llorar a otras personas con la manera en que nos acercamos a ellas para cambiarlas a nuestra forma de entender la vida, como si ser cristiano fuera la profesión de cambiar a los demás. El ejemplo que nos dio el Maestro fue otro. En la Biblia leemos el relato de un profesional en el arte de cobrar impuestos llamado Zaqueo. Era nada más y nada menos que jefe en lo suyo, con las deformaciones propias del cargo, pero Jesús no lo juzgó por ellas. Aceptó a Zaqueo tal cual era, por lo cual recibió críticas, pero siguió adelante con su misión de liberarlo de sus “deformaciones profesionales”. Gracias a esta actitud de aceptación y amor práctico, Zaqueo se sintió motivado a cambiar su vida (ver Lucas 19:1-10).
¿Tienes “deformaciones profesionales” que condicionan tu espiritualidad? Al igual que a Zaqueo, Jesús te ofrece su amor incondicional para que, apoyándote en él, puedas cambiar las estructuras mentales que deforman tu conducta cristiana y liberarte para amar a Dios y al prójimo como a ti misma, ¡sin más! Pongamos nuestras “deformaciones profesionales” en manos de Jesús, quien nos da verdadera formación espiritual.
“El Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que se había perdido” (Luc. 19:10).
Tomado de Lecturas Devocionales para Damas 2016
ANTE TODO, CRISTIANA
Por: Mónica Díaz
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