miércoles, 11 de mayo de 2016

EL CAMBIO QUE NECESITAMOS

“¿0 es que Dios no ve lo que hago ni observa cada uno de mis pasos?” (Job 31:4).

¿Actuarías diferente de como normalmente lo haces si supieras que alguien te está vigilando? Según dos estudios científicos, la respuesta es un contundente “sí”. El primer estudio fue llevado a cabo en 2006 con profesores universitarios. El experimento fue muy simple: los profesores entraban a un restaurante, se servían ellos mismos y luego tenían que depositar el pago en una caja. Durante diez semanas los investigadores colocaron dos afiches bastante cerca de la caja de pago. En una etapa pusieron un afiche adornado con hermosas flores; en la segunda etapa instalaron un afiche de un par de ojos observando. ¿Qué crees que pasó? El dinero que se depositó en la caja durante las semanas en las que estuvo el afiche de los “ojos” fue el triple de lo que se recogió durante las semanas del afiche de las “flores”.
En 2012 se realizó un segundo estudio. Los investigadores colocaron en la Universidad de Newcastle, Inglaterra, afiches con un par de ojos amenazantes y este mensaje: “Ladrones de bicicletas: los estamos vigilando”. Tras monitorear los robos de bicicletas durante dos años, descubrieron que, donde se colocó el afiche, los robos disminuyeron en un sesenta y dos por ciento. Sin embargo, en otras zonas de la universidad los robos se dispararon en un sesenta y cinco por ciento. Es decir, los ladrones siguieron robando bicicletas, simplemente se trasladaron a otro lugar donde no los “acecharan”. Los letreros con ojos amenazantes disminuían los robos, pero no transformaban a los ladrones.
Dios nos está mirando. No hay nada que quede oculto ante sus ojos. El Salmista declara que desde el cielo el Señor “atentaménte observa al ser humano; con sus propios ojos lo examina” (Salmo 11:4, NVI). Nada puede escapar de su presencia. ¿Sabemos que Dios todo lo ve? ¡Claro que lo sabemos! Entonces, ¿por qué seguimos haciendo lo malo? Porque no hemos asimilado que si bien le duele ver que seguimos hundidos en el pecado, Dios nos ama con un amor eterno. Cuando correspondamos a ese amor nos costará hacer lo malo, no porque él nos vigila, sino porque habremos aprendido a amar al Señor. Lo que necesitamos no es un letrero externo, es un cambio interno, una renovación de nuestra mente.

Tomado de Lecturas devocionales para Jóvenes 2016
“VISITA MI MURO, 366 MENSAJES QUE INSPIRAN”
Por: J. Vladimir Polanco
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