“Jesús le dijo: ‘Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente’. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas”. Mateo 22:37-40
¿Disfrutas de un buen museo? Chicago se enorgullece de una de las mayores colecciones de antigüedades del mundo en su Museo Field de Historia Natural. Y el imponente esqueleto (llamado “Sue”) de Tyrannosaurus rex cerca de la entrada es suficiente evidencia de que el museo se especializa en lo “antiguo”.
¿Es un museo mejor metáfora para la iglesia que un hospital? Después de todo, ¿no es la misión de la “iglesia remanente” conservar la verdad antigua y defender la ortodoxia histórica? “Aquí está la perseverancia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús” (Apoc. 14:12). ¿Ves? Ahí lo tienes: la prueba de que hemos de defender lo que es antiguo, lo que está probado y es verdad. Cierto, pero ten cuidado con lo que descartas.
Un maestro de la ley preguntó en una ocasión a Jesús cuál era el mayor mandamiento de todos. En el texto de hoy vemos la respuesta de Jesús, que define los dos mayores mandamientos de todos: en primer lugar, el amor supremo a Dios, y, en segundo lugar, el amor imparcial a nuestro prójimo. Lo que significa que los elegidos de Dios en el tiempo del fin, que Apocalipsis 14:12 define que guardan los mandamientos de Dios, serán conocidos como una comunidad que ama a Dios de forma suprema y que ama a su prójimo de manera imparcial.
Y cuando Apocalipsis 12:17 define al mismo “remanente” diciendo que tiene “el testimonio de Jesús” (NVI), ¿no incluiría ese testimonio el “undécimo mandamiento” que Jesús dio en vísperas de su crucifixión?: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros” (Juan 13:34,35). De nuevo, lo que importa es que los elegidos de Dios en el tiempo del fin serán conocidos en el mundo entero por su supremo amor a él y por su amor imparcial a su prójimo.
No hemos sido llamados a ser una vitrina de museo de santidad y ortodoxia. Más bien, los “santos de la ortodoxia”, o sea los elegidos, han sido llamados a vivir el amor sucio, radical, sanador, de sala de Urgencias por los pecadores de todos los colores y todos los matices. ¡Buena noticia! Fuiste destinado a trabajar en Emergencias, no a quitar el polvo de un museo. Hay un pecador que sufre en el lugar al que te encaminas hoy. Por ello, sé el amor sanador para el que Dios siempre te ha elegido que seas. Igual que Jesús.
Tomado de Lecturas devocionales para Adultos 2016
EL SUEÑO DE DIOS PARA TI
Por: Dwight K. Nelson
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