“Ordena mis pasos con tu palabra” (Sal. 119:133).
Un día, mientras estaba revisando viejos papeles escolares de mis hijos, encontré un documento en la carpeta de mi hija mayor. Ella lo había titulado: “¿Qué quiero ser cuando crezca?” Sonreí y comencé a leerlo, porque quería ver lo cerca que había llegado de su meta. Kathy es ya una mujer, estudia Enfermería, está casada y tiene hijos y nietos. Leí rápidamente el escrito de la infancia de mi hija, y descubrí que había escrito varias veces: “Cuando sea grande, quiero ser enfermera, para cuidar de mi padre”.
Cuando Kathy ya era adulta, su padre quedó ciego y comenzó a tener problemas de salud. En una ocasión, fue hospitalizado durante tres días, en los cuales nuestro hijo, que vive a dos horas y media de distancia, vino a quedarse con nosotros hasta que mi esposo volviera a casa. Kathy no pudo venir en ese momento, por causa del trabajo y de la universidad.
Un día, me llamó y me dijo:
-Mamá, no tengo clases en verano, así que, puedo ir unos días para ayudarte a cuidar de papá.
Y eso fue lo que hizo. Gracias a ella, yo pude descansar un poco. El padre de Kathy fue muy buen paciente, y estaba encantado de tener enfermera “privada”. También estaba orgulloso de que esa enfermera fuera su hija.
El sueño de Kathy de convertirse en enfermera para cuidar de su padre se había hecho realidad. Dios había puesto ese deseo en su corazón 37 años antes, preparándola para un momento tan delicado, y en cumplimiento del plan divino para su vida. Cuando Kathy escribió esa redacción para la escuela, hace tanto tiempo, no tenía ¡dea de que estaba escribiendo el plan de Dios para su vida. ¡Verdaderamente, él había dirigido sus pasos!
Nuestro Padre celestial siempre dirige nuestros pasos. Él nos conoce desde antes de que naciéramos; sabe lo que vamos a hacer antes de que lo hagamos. Incluso, conoce el número de cabellos que hay en nuestra cabeza (ver Mat. 10:30). ¡Cómo no adorarte, querido Dios, por guiar nuestro camino! Elaine J. Johnson
Tomado de lecturas devocionales para Damas 2017
VIVIR EN SU AMOR
Por: Carolyn Rathbun Sutton – Ardis Dick Stenbakken
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