Antes sed bondadosos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. (Efesios 4:32).
Amy era una joven de elevados principios: perseverancia, valentía y, sobre todo, compasión. Su deseo de aportar justicia e igualdad al mundo le llevó a realizar estudios superiores en relaciones internacionales en la Universidad Stanford (California, EE. UU). Al terminar sus estudios, obtuvo una beca Fulbright para participar en un proyecto de promoción de la igualdad y en contra de la segregación racial en Sudáfrica. Al final de su estancia, cuando faltaban dos días para regresar a casa, un grupo de jóvenes en la población de Guguletu la detuvo, la sacó del vehículo y la acuchilló hasta la muerte. Sus padres, su novio (que la esperaba para un pronto matrimonio) y sus amigos y familiares quedaron devastados ante una pérdida tan injusta y sin sentido. Estaban llenos de enojo, dolor y odio—reacciones humanas naturales ante un hecho tan horrendo.
Sin embargo, los padres de Amy demostraron un carácter de absoluta nobleza moral. Meses después de la espantosa pérdida, viajaron al lugar de los hechos y se reunieron con la familia de los asesinos y con ellos mismos, ofreciéndoles su perdón. También fundaron una institución que hoy se desempeña en Sudáfrica: la Fundación Amy Biehl, que promueve programas de salud, educación, arte, música y recreación para los más desfavorecidos. Dos de aquellos jóvenes asesinos, Ntobeko Peni y Easy Nofemela, a quienes alguien enseñó que todos los miembros de la raza blanca son enemigos malvados, están arrepentidos y rehabilitados. Ambos trabajan en la Fundación Amy Biehl y comparten el legado de la chica.
El perdón generoso de aquellos padres produjo una serie de reacciones de paz y buenos sentimientos. Ellos se libraron del enojo, del dolor y del odio. Los asesinos fueron transformados por la fuerza del perdón. Muchos recibieron inspiración por el perdón paterno. Y muchos más continúan recibiendo bendiciones por medio de la Fundación.
El perdón que Dios nos extiende es mucho más completo. Es un perdón tan poderoso que nos invita a perdonar a nuestros semejantes, como indica el versículo de hoy. Tal vez el Señor no te invite a que perdones al asesino de un ser querido, pero sí a tu cónyuge, a tu hijo, a tu padre, a tu vecino o a tu pariente. Si has sido objeto de alguna ofensa, ora hoy para que el Espíritu Santo sensibilice tu corazón y extiendas tu perdón, como Dios también te perdona a ti en Cristo.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2020.
UN CORAZÓN ALEGRE
Julián Melgosa y Laura Fidanza
Lecturas devocionales para Adultos 2020.
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