Ayunamos y oramos a nuestro Dios
pidiéndole su protección, y él nos escuchó» (Esd. 8: 23, NVI).
Dios nos ha creado de una manera perfecta, y
desde el mismo Génesis nos ha venido dando consejos certeros para que
mantengamos esta maquinaria en el mejor estado posible. Si lees la Biblia te
habrás dado cuenta de que habla sobre el ayuno en diversos pasajes. Aunque lo
hace desde un punto de vista espiritual, está demostrado que un ayuno realizado
correctamente tiene grandes beneficios para la salud física también. Empecemos
por el aspecto físico para concluir después con el espiritual.
Cuando ayunas (te abstienes durante un
tiempo prudencial de consumir nada que no sea agua pura y en un entorno de
descanso y paz), tu salud recibe, entre otros, los siguientes beneficios: >
Mejora la capacidad de autocuración del cuerpo.
Liberas toxinas, por lo que te
desintoxicas.
Se reduce tu presión arterial.
Eliminas grasas no deseadas (aunque
cuidado con usar el ayuno como método para perder peso; esa motivación no es la
correcta).
Ayudas al equilibrio del sistema
nervioso.
Te ayudas a ti misma a poner en
sujeción un apetito descontrolado.
Mejora tu lucidez mental y tu
discernimiento espiritual.
Sin duda ayunar es bueno para tu
cuerpo, pero sobre todo para tu alma. De hecho, esta ha de ser la razón de
nuestro ayuno; acudir a Dios con la mente despejada y con una dependencia total
de él.
¿Por qué ayunaban los personajes de la
Biblia? Jesús, nuestro ejemplo a imitar, ayunó antes de iniciar su ministerio:
«Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del río Jordán, y el Espíritu lo llevó
al desierto. Allí estuvo cuarenta días, y el diablo lo puso a prueba. No comió
nada durante esos días» (Luc. 4: 1-2). Pablo y Bernabé ayunaban cuando tomaban
decisiones que afectarían a la marcha de la iglesia: «Nombraron ancianos en
cada iglesia, y después de orar y ayunar los encomendaron al Señor» (Hech. 14:
23). Esdras proclamó un ayuno «para que reconociéramos nuestras faltas ante
nuestro Dios, y para pedirle que nos llevará con bien» (Esd. 8: 21-22). Joel
anunció: «Ahora —lo afirma el Señor—, vuélvanse a mí de todo corazón. ¡Ayunen,
griten y lloren!» (Joel 2: 12). Volverse al Señor, pedir su dirección, estar en
comunión con él para que dirija nuestra misión, reconocer nuestra dependencia
total de él, estos son los motivos espirituales del ayuno. Y sus beneficios son
increíbles.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA
DAMAS 2020
UN DÍA A LA VEZ
Patricia Muñoz Bertozzi
Lecturas Devocionales para Mujeres 2020.
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