viernes, 21 de febrero de 2020

AMAR A MI ENEMIGO

«Han oído que se dijo: "Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo."Pero yo les digo: Amen a sus enemigos»(Mat. 5: 43-44).

Pablo estaba en una situación terrible. Se encontraba en alta mar, dentro de una embarcación que comenzaba a hundirse en el océano. Comprendió al instante que todos aquellos pasajeros que no pudieran encontrar espacio en uno de los botes salvavidas, morirían en aquellas lejanas y frías aguas. De inmediato se dispuso a ayudar a la gente a montar en los botes.
Entonces sucedió lo inesperado: Pablo se topó de frente con su peor enemi­go, el hombre que, años atrás, había matado a su hijo y a su esposa. ¿Qué hacer? Aquella era su oportunidad de vengarse del agravio sufrido; o, por el con­trario, de perdonar y amar a su enemigo. Eligió la segunda opción. Sintiendo compasión del hombre que estaba frente a él, lo sacó de la cubierta hacia el bote. Luego lo vio partir mientras él mismo salvaba su propia vida.
El evangelio es claro; Jesús nos pidió que amemos a nuestros enemigos: «Si alguien te pega en una mejilla, ofrécele también la otra» (Luc. 6:29). «Han oído que se dijo: “Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo.” Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, y oren por quienes los persiguen. Así ustedes serán hijos de su Padre que está en el cielo; pues él hace que su sol salga sobre ma­los y buenos» (Mat. 5: 43-45). Pero ¿qué clase de amor es el que nos está pidiendo?
Existen varios tipos de amor, y la palabra que usa Jesús en esta ocasión es agapao. El amor ágape no es el de tipo afectivo que se da, por ejemplo, entre los miembros de una familia o entre amigos; el amor ágape es el amor de respeto, el amor generoso que hace lo que esté en su mano para asegurarse de que otra persona esté bien. Ese es el tipo de amor que Jesús quiere que tengamos por la persona a la que ni le caemos bien, ni nos lo va a agradecer.
El amor tipo ágape es el que está bajo el dominio de la voluntad, de la con­vicción, de la fe. Amar a nuestro enemigo es considerarlo como Dios lo consi­dera: hijo suyo y por tanto merecedor de respeto y cortesía. Y tengámoslo claro: Jesús nos pide que tengamos amor ágape hacia nuestros enemigos. Eso es ser una hija de Dios. Eso es madurez cristiana. ¿Fácil? Para nada. ¿Posible? Totalmente, con la ayuda de Dios.

DEVOCIÓN MATUTINA PARA DAMAS 2020
UN DÍA A LA VEZ
Patricia Muñoz Bertozzi
Lecturas Devocionales para Mujeres 2020.

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