«Quien no se preocupa de los suyos, y sobre todo de los de su propia familia, ha negado la fe y es peor que los que no creen» (1 Tim. 5: 8).
Un anciano visitaba cada día a su esposa en el asilo donde había tenido que internarla por causa de esa terrible dolencia llamada alzhéimer. Ella no recordaba nada ni reconocía a nadie, y se había vuelto imposible cuidarla en la casa. Pero una cosa era no poder cuidar bien de ella y otra bien distinta era abandonarla a su suerte. Él almorzaba junto a ella todos los días en el asilo, y conversaba de cualquier cosa que se le ocurriera. Con frecuencia, amigos y familiares le preguntaban:
¿Por qué sigues yendo a estar con tu esposa todos los días, si ella ni siquiera te reconoce?
Porque aunque ella no me reconozca a mí, yo sí la reconozco a ella. No solo eso, sino que además, la amo —respondía siempre él.
Hemos hablado mucho este mes acerca de ayudar al prójimo, de ser generosas con los pobres, de comprometernos con el servicio a la humanidad, pues el mundo es un lugar hostil. Y hoy quiero añadir algo más a todo esto: si sabemos hacer lo bueno con las personas de afuera porque hemos aprendido a ser solidarias, cuánto más hemos de pensar en los de dentro, en aquellos que son nuestra responsabilidad: padres, cónyuges, hijos, nietos, hermanos... Hoy es un día perfecto para preguntarnos: ¿Cuánto tiempo dedico a mis familiares y seres queridos? ¿Qué obras de amor y solidaridad hago a favor de ellos?
Según 1 Timoteo 5: 8, la persona que «no se preocupa de los suyos, y sobre todo de los de su propia familia, ha negado la fe». Esta es una importante advertencia para nosotras sobre el peligro de ayudar a los de fuera a costa de olvidar a los de dentro. Nosotras somos el pilar de nuestra familia; nuestros brazos son los que buscan nuestros hijos y nuestro oído es el que necesita nuestro cónyuge; no dejemos de proveer para ellos.
Que tus hijos nunca lleguen a orar la oración de un pequeño, que decía: «Señor, quisiera convertirme en televisor, para vivir lo que vive la tele de mi casa: reunir a los miembros de mi familia a mi alrededor, ser tomado en cuenta cuando hablo y convertirme en el centro de atención». Tú eres una pieza clave en tu hogar que no puede estar ausente.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA DAMAS 2020
UN DÍA A LA VEZ
Patricia Muñoz Bertozzi
Lecturas Devocionales para Mujeres 2020.
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