Hay muchas cosas en la vida que parecen ser una buena idea hasta que a las pruebas. Como las papas fritas de bajas calorías. También puede parecer una buena idea invitar a tus amigos de la iglesia a mirar una película. Para mí, eso nunca termina bien.
En primer lugar, ¿cómo encuentras una película en la que todos se pongan de acuerdo? No creo que eso haya ocurrido desde La gran aventura Lego. Las chicas quieren ver historias de un amor que triunfa a pesar de todo. Los chicos quieren explosiones. Las chicas del grupo votarán por una película como Sarah, sencilla y alta. "No, gracias", dirán los muchachos. "Preferiríamos no mirar a una mujer escribiendo cartas acerca de su gato".
Quizá te sientas tentado a elegir una película que tú quieras mirar. Pero, eso no permite que compartas la culpa con nadie cuando la película termine siendo una emboscada por una escena que haga que todos se avergüencen.
Quizá los actores suelten palabras que no habías escuchado desde que el tío Tony se apretó un dedo con la puerta del auto. O se presente un asesinato con todo lujo de detalles. O la protagonista está haciendo con el protagonista una actividad que, según gran parte de la Biblia, no deberían estar realizando.
No hay nada que puedas hacer para detener esto. No puedes reunir a todos los actores para decirles: "Miren, invité a algunos amigos respetables, y apreciaría que todos permanezcan vestidos modestamente. Y, de paso, todos los que tienen partes habladas, no me hagan lavarles la boca con jabón".
¿Por qué muy a menudo sentimos que las películas nos tienden una emboscada? Quizás es porque Hollywood no tiene mucho en común con los cristianos. Piensan que un valor familiar se refiere a lo que ahorras cuando compras el paquete más grande de aritos de avena.
Una vez, Pablo les preguntó a los corintios: "¿Qué tiene en común un creyente con un no creyente?"
Cuando miro un video con mis amigos, recuerdo que Pablo tiene razón. Y cuanto antes presionemos el botón de "Apagado", antes tendremos un final feliz. Kim
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