sábado, 30 de mayo de 2009

CIÉRRALE LA PUERTA A SATANÁS

Antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: «Hoy», para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado.Hebreos 3:13


La palabra 'exhortar' significa «incitar a alguien con palabras, razones y ruegos a que haga o deje de hacer algo». En el caso del texto de hoy, animarnos unos a otros a ser fieles. Si nos animamos mutuamente, Satanás no entra fácilmente en nuestras vidas. El arma que más usa el enemigo para derrotar a los cristianos es el desánimo. Necesitamos animarnos unos a otros para mantener viva la fe y la esperanza. Pablo llama a la iglesia a hacer eso cada día.La mejor defensa es el ataque, y una forma muy efectiva de preservar la propia alma es vigilar el bienestar espiritual de los demás. Un fuerte sentido de responsabilidad de grupo es la marca de una iglesia saludable. Los cristianos son como brasas: juntos, alimentan mutuamente su fuego y generan gran calor; separados, pronto se enfrían y se apagan. Toda reunión de creyentes, aun las reuniones recreativas y sociales, deben estar impregnadas de un profundo tono de devoción e interés mutuo.La iglesia debe ser un centro de recuperación de fuerzas para seguir adelante. Es el sitio donde los cristianos renuevan constantemente su fuerza espiritual. En ella se refuerza el celo y el propósito santo. A la iglesia vamos para estar con la familia. Allí las personas se ayudan y se animan unas a otras.La infantería tiene una retaguardia. Esta va detrás de la tropa, recogiendo a los caídos en batalla, para estar seguros de que nadie queda abandonado en el campo. Nadie es dejado atrás; todos son recogidos y devueltos al compañerismo y la seguridad del campamento.La iglesia necesita una retaguardia. Debemos buscar al que se tambalea, dar esperanza al que ha caído, recoger al herido en la batalla y devolverlo a la seguridad del campamento. Nunca como ahora ha habido tanto dolor entre el pueblo de Dios. Son tiempos difíciles. Pronto vendrá el tiempo de angustia. Cuida de tus hermanos en la fe. Nunca hieras ni permitas que alguien hiera a los hijos de Dios. Nuestro Señor secaba las lágrimas de sus oyentes; los afligidos que lo escuchaban recuperaban el gozo; los que habían perdido la dignidad la recuperaban. Es la tarea que Dios ha dado a sus hijos.«Fortaleced las manos cansadas, afirmad las rodillas endebles. Decid a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis; he aquí vuestro Dios viene con retribución, con pago; Dios mismo vendrá y os salvará» (Isa. 35: 3,4).

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.

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