Pero esto decía para probarle; porque él sabía lo que había de hacer. Juan 6:6
Era poco más de mediodía. Los rayos del sol caían a plomo sobre aquella región, cerca del mar de Galilea. Una enorme multitud se había congregado en la falda de la montaña. En la cima se encontraban Jesús y sus discípulos.Habían escuchado al Maestro y visto sus milagros y, sin embargo, querían escuchar más. Pero habían llegado desde muy temprano. No habían desayunado ni almorzado. Tenían calor, sed y hambre. Seguramente había entre la multitud madres que trataban en vano de calmar a sus pequeños, que reclamaban un bocado de pan.Jesús, preocupado por aquella situación, llamó a Felipe y le preguntó: «¿De dónde compraremos pan para que coman estos?» Felipe respondió que ni con el salario de un año, si lo tuvieran disponible, podrían comprar suficiente pan para que cada uno probara un bocado. Entonces Andrés, ante la sorpresa de Felipe, dijo que había visto a un muchacho que tenía cinco panes y dos peces. «Es suficiente», dijo Jesús. Los discípulos organizaron a la multitud y Jesús multiplicó, milagrosamente, la pequeña merienda del muchacho. El milagro fue tan grande que aquellos cinco panecillos y los dos pececillos alcanzaron para que todos comieran hasta saciarse, y sobró tanto que llenaron doce cestas con los restos.Hay momentos en nuestra vida cuando, como los discípulos en aquella ocasión, nos sentimos abrumados por la magnitud de los retos que debemos enfrentar. Muchas veces nos sentimos tentados a rendirnos ante los problemas que surgen en nuestro trabajo o en nuestra familia. En tales circunstancias debemos recordar que contamos siempre con Jesús, quien es capaz de reprender a los vientos y a los mares; y de multiplicar los panes y los peces.Él es el Señor de lo sobrenatural. Con su palabra echa fuera espíritus malignos. Él es el Señor de la providencia. El ordena las cosas en nuestra vida para que se cumpla su voluntad. De él surge la vida y él domina la muerte. Si tenemos fe en Jesús, ningún problema nos abrumará, y ningún obstáculo será insuperable.Como escribió Elena G. de White, «no hemos de renunciar a la lucha, desalentados, sino que en toda emergencia hemos de procurar la ayuda de aquel que tiene recursos infinitos a su disposición». Jesús sabe siempre lo que debe hacerse. En momentos de necesidad, confiemos en Dios, porque donde hay fe, hay abundancia.
Tomado de la Matutina Siempre Gozosos
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