Quien se conduce con integridad, anda seguro. Proverbios 10:9 WVI
Era la cuarta ronda de un concurso nacional de ortografía celebrado en Washington, D.C. Rosalie Elliot, una concursante de once años de Carolina del Sur, escuchó la siguiente palabra: 'declaración'. Rosalie deletreó la palabra, pero a causa de su acento, los jueces no pudieron determinar si la deletreó d-e-c-l-a-r-a-c-i-ó-n o d-e-c-l-a-r-a-s-i-ó-n. El concurso se detuvo mientras los jueces deliberaban. Pidieron la grabación magnetofónica del concurso para escuchar de nuevo cómo Rosalie había deletreado la palabra. Pero no pudieron determinar si había deletreado la última sílaba como -sión o como -ción. Como último recurso, el presidente del jurado, John Lloyd le preguntó a la única persona que sabía la verdad. —Rosalie, ¿la letra que va delante de la i es una c o una s? Para entonces, Rosalie ya había escuchado a los susurros de los otros concursantes respecto de la palabra y sabía cómo se tenía que deletrear. Pero habló con claridad y dijo al juez que se había equivocado al deletrear la palabra. Había dicho -sión y no -ción. Cuando Rosalie abandonó el escenario, todo el público, impresionado por su honradez, le brindó una cerrada ovación. Pocos se acuerdan del nombre del ganador de ese concurso de ortografía. Pero muchos recordarán durante años a la joven que tuvo el valor de hacer lo correcto aun cuando ello supusiese que perdería la competición. Por desgracia, no siempre se respeta a los que viven de manera íntegra. Hace unos. años, un hombre encontró un sobre que contenía cinco mil dólares. Lo llevó a la policía, la cual localizó al propietario. Cuando, al cabo de un tiempo, lo entrevistaron, el héroe dijo a los periodistas que había recibido toda clase de llamadas telefónicas de personas que le decían que era tonto por haber devuelto el dinero. No podemos basar nuestros actos en la opinión de los demás. Tenemos que andar de manera íntegra y hacer lo correcto porque es lo correcto.
Tomado de la Matutina El viaje increíble.
Era la cuarta ronda de un concurso nacional de ortografía celebrado en Washington, D.C. Rosalie Elliot, una concursante de once años de Carolina del Sur, escuchó la siguiente palabra: 'declaración'. Rosalie deletreó la palabra, pero a causa de su acento, los jueces no pudieron determinar si la deletreó d-e-c-l-a-r-a-c-i-ó-n o d-e-c-l-a-r-a-s-i-ó-n. El concurso se detuvo mientras los jueces deliberaban. Pidieron la grabación magnetofónica del concurso para escuchar de nuevo cómo Rosalie había deletreado la palabra. Pero no pudieron determinar si había deletreado la última sílaba como -sión o como -ción. Como último recurso, el presidente del jurado, John Lloyd le preguntó a la única persona que sabía la verdad. —Rosalie, ¿la letra que va delante de la i es una c o una s? Para entonces, Rosalie ya había escuchado a los susurros de los otros concursantes respecto de la palabra y sabía cómo se tenía que deletrear. Pero habló con claridad y dijo al juez que se había equivocado al deletrear la palabra. Había dicho -sión y no -ción. Cuando Rosalie abandonó el escenario, todo el público, impresionado por su honradez, le brindó una cerrada ovación. Pocos se acuerdan del nombre del ganador de ese concurso de ortografía. Pero muchos recordarán durante años a la joven que tuvo el valor de hacer lo correcto aun cuando ello supusiese que perdería la competición. Por desgracia, no siempre se respeta a los que viven de manera íntegra. Hace unos. años, un hombre encontró un sobre que contenía cinco mil dólares. Lo llevó a la policía, la cual localizó al propietario. Cuando, al cabo de un tiempo, lo entrevistaron, el héroe dijo a los periodistas que había recibido toda clase de llamadas telefónicas de personas que le decían que era tonto por haber devuelto el dinero. No podemos basar nuestros actos en la opinión de los demás. Tenemos que andar de manera íntegra y hacer lo correcto porque es lo correcto.
Tomado de la Matutina El viaje increíble.
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