Tú eres mi refugio: me proteges del peligro, me rodeas de gritos de liberación. Salmo 32:7
No pudo evitar golpear al perro. El conductor se sentía fatal, pero o animal había irrumpido en la calzada y se fue gimiendo. El conductor siguió su camino, pero Jasper, el perro, necesitaba ayuda. Por eso, cojeando, se dirigió al hospital, a más de quince kilómetros. Cuando llegó, Jasper se quedó junto a la entrada del hospital y miró cómo la gente entraba y salía. Se dio cuenta de que las puertas se abrían cuando las personas ponían el pie en la alfombra negra. Así que pisó la alfombra y entró. Al principio nadie se daba cuenta de su presencia, así que se echó junto a la cabina telefónica. Luego, se levantó y se acercó al mostrador de recepción. Cuando descubrieron que un perro herido había ido al hospital, los empleados sintieron lástima por Jasper. Juntaron dinero y lo llevaron al veterinario. El veterinario lo observó y le curó las heridas. ¿Pero qué harían con él? Uno de los ayudantes del veterinario adoptó a Jasper y se lo llevó a casa. Pero Jasper no se quedó demasiado tiempo. Tan pronto como sintió que podía viajar, se liberó del collar y regresó a casa. Anduvo por la autopista interestatal y siguió caminos desconocidos. Finalmente, Jasper se presentó en la puerta de su antigua familia. Su historia atrajo la atención de las televisiones nacionales. Jasper no tuvo miedo de pedir ayuda. Pero muchos humanos sí lo temen. Tenemos, miedo de parecer débiles por admitir que tenemos un problema. También pensamos que si no le hacemos caso acabará por desaparecer. Preséntale tus problemas a Dios. Pídele consuelo y guía. Busca también un adulto de confianza que esté dispuesto a escuchar. La ayuda está disponible. No hay razón para que sufras solo.
Tomado El viaje Increíble.
No pudo evitar golpear al perro. El conductor se sentía fatal, pero o animal había irrumpido en la calzada y se fue gimiendo. El conductor siguió su camino, pero Jasper, el perro, necesitaba ayuda. Por eso, cojeando, se dirigió al hospital, a más de quince kilómetros. Cuando llegó, Jasper se quedó junto a la entrada del hospital y miró cómo la gente entraba y salía. Se dio cuenta de que las puertas se abrían cuando las personas ponían el pie en la alfombra negra. Así que pisó la alfombra y entró. Al principio nadie se daba cuenta de su presencia, así que se echó junto a la cabina telefónica. Luego, se levantó y se acercó al mostrador de recepción. Cuando descubrieron que un perro herido había ido al hospital, los empleados sintieron lástima por Jasper. Juntaron dinero y lo llevaron al veterinario. El veterinario lo observó y le curó las heridas. ¿Pero qué harían con él? Uno de los ayudantes del veterinario adoptó a Jasper y se lo llevó a casa. Pero Jasper no se quedó demasiado tiempo. Tan pronto como sintió que podía viajar, se liberó del collar y regresó a casa. Anduvo por la autopista interestatal y siguió caminos desconocidos. Finalmente, Jasper se presentó en la puerta de su antigua familia. Su historia atrajo la atención de las televisiones nacionales. Jasper no tuvo miedo de pedir ayuda. Pero muchos humanos sí lo temen. Tenemos, miedo de parecer débiles por admitir que tenemos un problema. También pensamos que si no le hacemos caso acabará por desaparecer. Preséntale tus problemas a Dios. Pídele consuelo y guía. Busca también un adulto de confianza que esté dispuesto a escuchar. La ayuda está disponible. No hay razón para que sufras solo.
Tomado El viaje Increíble.
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